En los años 40, el exilio español en México pidió que, en la itinerancia que vivió desde su creación en 1937, el célebre cuadro-mural Guernica, de Pablo Ruiz Picasso, viajara a México para ser expuesto en nuestro país. Sin embargo, esa petición, como asegura la historiadora de arte Rosario Peiró, directora de colecciones del Museo Reina Sofía, no se concedió. “Hay la idea”, dice, “de que fue una cuestión de la geopolítica del momento, pues en esa época el cuadro estaba en el MoMA de Nueva York, y esa institución no era muy proclive a dejar la pieza no solo por cuestiones de restauración, como se dijo, sino por el hecho de que el gobierno republicano español en el exilio estaba casi todo en México, y mi intuición, según lo que he estado investigando a fondo, es que temían que los exiliados dijeran que se quedaban con el cuadro en México porque ahí estaba casi todo su gobierno”.
Peiró habla en primicia con MILENIO sobre la muestra Piedad y terror en Picasso: el camino a Guernica, que el Reina Sofía inaugura el próximo 4 de abril para conmemorar los 80 años del cuadro, integrada por 180 obras realizadas por el artista malagueño entre 1925 y 1944, procedentes de los fondos del propio museo madrileño y de más de 30 instituciones de todo el mundo, como el Musée Picasso y el Centre Georges Pompidou, de París, la Tate Modern de Londres, o el MoMA y el Metropolitan Museum, de Nueva York.
Al respecto, la historiadora de arte, directora del proyecto de la exposición junto con Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofia, comenta que el hecho de que Picasso sea la figura más importante del arte del siglo XX ha hecho que los grandes museos del mundo atesoren sus obras para exponerlas como piezas emblemáticas, lo que significa que muchas veces no estén muy dispuestos a prestarlas. Por ello, dice la experta, el proceso para conseguir las obras que consideraban imprescindibles en esta exposición ha sido “arduo y complicado”, pero al final han conseguido que viajen a la capital española cuadros como Las tres bailarinas (1925), de la Tate, que solo había salido una vez de Londres desde que lo tiene; o piezas como la escultura Mujer en el jardín (1930), del Museo Picasso de París; Woman dressing her hair, del MoMA; Desnudo de pie junto al mar, del MET; Mandolina y guitarra, del Museo Salomon R. Guggenheim, y obras de colecciones privadas como Monument: tete de femme. “Habrá piezas muy importantes y emblemáticas, pues se trata de una exposición que más que por número, destaca por la exclusividad de las obras conseguidas”.
La idea, explica Peiró, “es estudiar la producción de Picasso desde finales de los años veinte hasta la llegada de Guernica, y ver cómo esta obra es, desde el punto de vista de la composición y la estructura de la pintura, parte de la evolución del pintor, pues no es solo una obra que se produce a raíz de un acontecimiento histórico, sino que tiene una lectura intrínseca dentro de la obra del artista”.
Desde un punto de vista político e icónico, el Guernica es, sin duda, la pieza más importante de Picasso. Sin embargo, como señala Peiró, la obra del pintor “está sembrada de obras fundamentales para el siglo XX, porque es un artista que incluso lo que hacía mal lo hacía bien. En ese sentido, prefiero decir que desde un punto de vista histórico y político es su obra más importante. Pero no se puede olvidar que su obra es muy vasta e importante también”.
Desde una óptica museográfica, la biografía de Guernica es también muy singular, desde que se exhibió por vez primera en la Exposición Universal de París en 1937. Al respecto, Peiró relata que “en Museo Reina Sofía lleva dos años trabajando en un proyecto de investigación titulado Fondo Documental Guernica, en el que se han seguido todas las vicisitudes del cuadro, y se está preparando una gran site en la web del museo, donde se mostrará toda la documentación del cuadro desde que lo encargara el gobierno de la República española para que estuviera en su pabellón de la Exposición Universal de París del año 37. Una vez sale de allí, empieza a presentarse en exposiciones, tanto retrospectivas del autor, quien ya era muy importante en esos años, como para recaudar fondos durante la Guerra Civil española y posteriormente para los refugiados y exiliados españoles. Es un cuadro que viaja muchísimo y que se puede considerar realmente como el primer exiliado de esa guerra, pues no vuelve a España hasta 1981, a petición de propio Picasso, cuando ya se habían restablecido las libertades democráticas en este país”.
Por otra parte, la historia del Guernica no se ciñe únicamente a lo que es el cuadro físicamente, sino a su imagen, ya que como expone la experta, “Guernica ha sido utilizado y pensado como un icono pacifista incluso hoy en día. Nosotros hemos recopilado la utilización de la imagen de Guernica en todos los conflictos políticos del siglo XX y XXI, y estamos acabando con imágenes de Guernica en Aleppo (Siria)”.
Como parte del trabajo museográfico que ha llevado a cabo el Museo Reina Sofía con el Guernica, Peiró menciona que existe un proyecto que se incluirá en el site del cuadro y que estará listo en junio de este año, elaborado bajo la supervisión del departamento de Restauración del museo, en el que durante cuatro años se ha fotografiado la obra con un robot especial que llega a una definición nunca antes vista, lo cual permitirá ver la geografía completa del cuadro, como lo que hay detrás, la composición, etc. “Es un estudio de un nivel científico muy elevado a través de las nuevas tecnologías, que si bien no revela ningún secreto oculto, pues Guernica es uno de los cuadros más estudiados de la historia, permite apreciar las diferentes capas pictóricas, el tipo de pintura que utilizaba Picasso y cómo ha reaccionado con los años, cómo han resultado las diferentes restauraciones que se han hecho, etc.”
Siendo una obra muy documentada y comentada, Peiró aclara que hay incluso una “sobreinterpretación” de la misma —ya a principios de los años 40 el MoMA hizo un simposio exclusivamente sobre la pieza—, por lo que la experta recomienda que para apreciar el Guernica hay que seguir, en primer lugar, la indicación del propio Picasso, quien dijo que la única manera de aproximares al Guernica era de forma personal y que cada uno leyera y viera lo que quisiera. “Creo que todo espectador debe ver el cuadro en su totalidad, sentirlo e interpretarlo de la manera que se quiera. Dicho esto, hay que destacar que se trata de un cuadro con una composición muy interesante, que recuerda mucho a las grandes composiciones de la historia del siglo XIX, que por supuesto Picasso estudió; es muy importante fijarse en el juego que hay sobre el dentro y fuera desde el punto de vista espacial y cómo mezcla interiores y exteriores; es también muy interesante el uso del color y la relación que puede tener con el material documental fotográfico que el mismo Picasso vio sobre Guernica; y desde un punto de vista temático, a mí me gusta mucho que se trata de un cuadro antiheroico, que no habla de la gran batalla, sino de la destrucción, del terror y de la muerte, y de cómo eso influye en la gente normal. Y creo que eso es lo que ha hecho que este cuadro siga siendo un icono de actualidad”.
Por último, sobre la curaduría de la muestra, encargada a los historiadores de la Universidad de Berkeley Timothy James Clark y Anne M. Wagner, Peiró resalta que surge a raíz del libro publicado por Clark hace tres años, titulado Picasso y la verdad, en el cual da una giro a la historiografía realizada en torno a Picasso, lo cual ha servido de base a la exposición. En cuanto a Wagner, Peiró puntualiza que se trata de una experta en estudios de género, aspecto en el que se hace hincapié en la muestra, al hacer alusión a la utilización de Picasso de la figura de la madre y la mujer llorando como metáfora del dolor y la desolación.
En suma, la muestra trata de mostrar, estudiando la estructura de los trabajos de Picasso en los años que abarca la exposición, “el nuevo camino que emprende el artista al abrir ventanas e introducir paulatinamente espacios y personajes diferentes, escenas de acción furiosa y estática, y situaciones de violencia, miedo o dolor, expresados a menudo a través de la desestructuración de los cuerpos, hasta desembocar en un arte político que culmina en la más famosa de sus obras: Guernica”.