Durante los últimos seis años y con muchas dificultades económicas se ha realizado la restauración del templo de San Juan de Dios, en Guadalajara. Es un inmueble emblemático en la fundación de esta ciudad; como dice su actual párroco, Ignacio Romo, “del corazón del centro neurálgico de esta ciudad”.
Con una antigüedad que casi alcanza los 500 años, este inmueble de estilo barroco presenta daños importantes, que con dificultades se han atendido. En 2011, por ejemplo, pudo restaurarse la parte exterior de la cúpula y el techo de la iglesia, que han sido afectados por la humedad; ya se cambiaron los mosaicos, el adoquín y la cantera de los pórticos. “Conseguí dinero con el arzobispado y por todos lados, y todavía lo debo”, dice Romo en entrevista con MILENIO.
Por su parte, Jesús Hernández, representante de la empresa Arquitectonia Restauración, señala que la parte baja del templo ha sido intervenida con anterioridad para lograr su estabilización. Por ahora, explica, lo más importante es restaurar la parte interna de la cúpula, para lo cual se requieren al menos dos millones de pesos.
“Existe una gran cantidad de polvo y suciedad en este espacio, cuyas características constructivas corresponden al siglo XIX, porque el templo fue sufriendo modificaciones. Entre 30 y 40 por ciento de su superficie interior está desplomada y presenta un deterioro de casi 50 por ciento; es necesario realizar procesos de conservación y asegurar que no se siga desprendiendo más material, ya que se corre el riesgo de que le caiga a alguna persona que se encuentre en algún culto dentro del templo, ya que no existe ninguna barrera física que impida que los fragmento lleguen al piso”.
Entre los aspectos que se han trabajado están el registro exhaustivo de cada uno de los objetos a intervenir; la elaboración de planos y registros fotográficos y el empleo de métodos de análisis no destructivos, como fotografía digital y monocromática de sodio; conservar los diseños decorativos de mampostería, colocación de elementos faltantes y de hoja de oro en los gajos del intradós de la cúpula. “Tenemos que recuperar el esplendor de este templo, que fue el segundo construido en la ciudad —el primero fue Santa María de Gracia. Esta ciudad nació con San Juan de Dios y no se puede explicar la una sin el otro”, señala Hernández.
Explica que este inmueble se fundó en 1550, dedicado a la Santa Cruz; después, en 1726, se comenzó a construir el actual templo, bajo la dirección de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, en un sitio donde estaba desde el siglo XVI el primer hospital de Guadalajara. Su fachada es muy sencilla: portón, hornacina superior de tres nichos, y encima la ventana con marco decorado.
La torre es muy hermosa en su simplicidad, pero con un juego barroco entre sus cuerpos, y un cupulín de cáliz invertido. Llama la atención la cúpula, carente de tambor y que incorpora las ventanas a la media naranja. Resta por su costado norte una parte del magnífico claustro de orden corintio que tuvo su convento. El interior tiene planta de cruz latina, y está decorado en orden neoclásico.