Durante más de dos meses de trabajo nocturno ininterrumpido, el túnel de la Loma Larga, que conecta Monterrey y San Pedro Garza García, fue transformado en una corriente visual de color, ritmo y emoción gracias al monumental mural Ojo de agua.
Concebida por la artista chileno-mexicana Ximena Subercaseaux y ejecutada con el muralista Esteban Huacuja, la obra convierte un espacio vehicular en un canal simbólico “de agua bajo tierra”, evocando el ojo de agua que dio origen al río Santa Lucía.
“El título Ojo de agua hace alusión a la historia, al nacimiento de la ciudad de Monterrey. Ojo de agua: porque el mural en sus colores, su ritmo y las ondas, remite al agua, y es un túnel: agua bajo tierra”, explica Ximena.
La pieza, de 8 mil 500 metros cuadrados, despliega una compleja geometría de elipses y ondas en tonos modulados de azul, verde y violeta. Pintado durante 45 noches bajo condiciones extremas —ruido, calor, humedad, contaminantes y flujos constantes de vehículos—, el mural fue una auténtica proeza técnica y artística.
“El proyecto estuvo lleno de retos: ruido, contaminantes en el aire, calor, y sobre todo una gran preocupación por la seguridad del personal. El mural se ejecutaba durante horario nocturno sobre una avenida de alto flujo. Acarrear pintura y andamios por más de 500 metros cada noche fue un trabajo sumamente pesado. Pero con organización, logramos coordinar a más de 20 artistas y ayudantes para sacarlo adelante”, explica Huacuja.
La colaboración entre ambos artistas fue clave para lograr esta intervención de gran formato.
“Tanto el diseño como el nombre fueron resueltos por Ximena, y desde que me presentó su proyecto me encantó cómo había solucionado el diseño y el color. Me buscó a finales de 2024 para mostrarme su idea en papel y me compartió su intención de plasmarla como mural. El proyecto me pareció ambicioso y comenzamos a trabajar juntos durante más de 10 meses, desde la gestión hasta la ejecución”, añade Esteban.

“Con el proyecto ya creado incluso en sus variantes de color, invité a Esteban a colaborar en el proceso de gestión y ejecución. Trabajamos codo a codo durante los meses previos y durante la intervención misma”, comenta Ximena.
“La ejecución del mural implicó un tremendo desafío, no solo por las condiciones del entorno —manchas de humedad, pintura levantada— sino por el ruido ensordecedor, la altura y el esfuerzo físico. Fue una hazaña colectiva”, añade la creadora
Arte con un lenguaje universal
Ximena reconoce que Ojo de agua surgió de un impulso profundo.
“No sé cómo nacerán las obras de otros creadores, pero en mi caso yo no decido incorporar elementos visuales o simbólicos: estos aparecen, en ese impulso subconsciente que suele dar origen a las obras de arte.
“Hace poco en una cena me preguntaban si pensé mucho para hacer ese mural... la verdad es que no pensé, solo obedecí esta sensación que me acompañaba cada vez que atravesaba el túnel: qué ganas de hacer algo en estos muros. Y empecé a trabajar. Cuando trabajas para una obra pública, necesariamente tienes que tener presente que la verán muchos, de todas edades, grupos sociales, culturas. Y tratas entonces de ir a lo más universal”.
Ese lenguaje visual universal fue ejecutado por un equipo seleccionado tras un riguroso proceso de revisión de carpetas.
“Iniciamos con un trazo hecho por mí y dos artistas más. Después llegaban los pintores a rellenar las áreas según un mapa de color. La mayoría eran artistas jóvenes del estado de Nuevo León”, detalla el artista.
“Desde luego que un proyecto de esa magnitud necesitaba un gran equipo de trabajo. Seleccionamos a 20 artistas, 17 llegaron al final. Todos comprometidos con una obra de geometría compleja y colores modulados en azules, verdes y violetas”, agrega Ximena.
De los 20 artistas iniciales, 17 llegaron hasta el final, acompañados por tres ayudantes que se encargaban de lavar brochas y mover andamios, ellos son: Jesús Eduardo Zamora, Jose de Jesús Díaz Marquez, Eva Méndez Cisneros, Oscar Jesús Martínez Jiménez, Angel Israel Ramírez Valadez, Elena Candia Contreras, Samuel Castillo Ortiz, Geovanni Macario Valerio, Ana Carmen González Paez, Linda Yarely Rodriguez González, Michelle Jaqueline Chávez Salinas, Tomas Antonio Vinalay Méndez, Adriana Virginia García Jiménez, Joshua Salvador Torres González, Sergio Torres González, Dante González Reyes y Jesús Kollyadem.

¿Cómo se hizo la obra?
La pintura utilizada fue vinílica de la marca Osel, que patrocinó todo el material, empleando su línea de mayor calidad.
“Decidimos usar brocha porque el diseño de Ximena tenía colores sólidos sin degradados, y esta técnica era la más rápida para ejecutarlo. Al finalizar, se aplicó un sello protector contra la humedad”, indica Esteban.
“Usamos pintura Osel Oro, la de mejor calidad, proporcionada gratuitamente por la marca. Una vez terminada la pintura aplicamos sellador”, confirma Ximena.
La calidad técnica se complementó con una respuesta emotiva por parte del público.
“Prácticamente todas las respuestas que he recibido han sido de sensaciones positivas, incluso desde antes que lo termináramos. ‘Se siente mucha paz’, me han dicho. Incluso un repartidor detuvo su camión para ofrendarnos un garrafón de agua”, recuerda Ximena.
Esteban coincide en la emoción colectiva: “Al inicio sentía un vértigo que nunca antes había sentido, pero hoy me siento agradecido y satisfecho de haber podido coordinar un proyecto público tan importante y ver que todo salió bien y nadie resultó herido”.
Ambos artistas destacan la apertura de los municipios de Monterrey y San Pedro durante la gestión del proyecto.
“Desde el inicio estuvieron abiertos a la propuesta y se retrabajó hasta que fue aprobada. La colaboración institucional fue agradable y respetuosa”, afirma Huacuja.
“Ambos municipios brindaron su apoyo en distintas fases. San Pedro en la etapa inicial y Monterrey en la fase final. Fue un acompañamiento constante y abierto”, agrega Ximena.
El mural también coincide con el cambio de nombre del túnel, lo que refuerza su dimensión simbólica. “Creo que cambiarle el nombre le da una nueva vida al espacio, igual que el mural”, expresa Huacuja.
Y Ximena complementa: “Los nombres de los espacios públicos forman parte del imaginario colectivo. Quizás, si sobrevive en el tiempo, alguien lo llamará ‘el túnel del mural Ojo de agua’.”
A nivel personal y profesional, ambos artistas obtuvieron aprendizajes significativos.
“Reforcé la importancia del orden y la planeación para sacar adelante un proyecto tan titánico”, dice Esteban.
“Aprendí muchas cosas en este trabajo. La primera, que tengo más fuerzas de las que creía. La segunda, que detrás de cada grafiti hay un joven que merece ser escuchado”, concluye Ximena.
El impacto del arte público también fue motivo de reflexión. “El arte público comunica sensaciones, despierta emociones, vivifica… como lo hacen los árboles, los parques, los espacios naturales”, dice Ximena.
Huacuja agrega: “Me da gusto haber podido aportar al arte de la ciudad. Espero pronto participar en el arte público de otro estado de la República”.

Planes y deseos
Ambos artistas ya tienen nuevos proyectos en puerta. Ximena se encuentra en etapa de ideación de nuevas obras públicas: “Sí tengo nuevos proyectos de obra pública en mente, de los que sería prematuro hablar, pero en eso estoy”.
Esteban trabaja en un plafón de vitral de 100 metros cuadrados para un templo en Nuevo León y en una colaboración con Adidas para su tienda en Masaryk, en la Ciudad de México.
“Me gustaría que quienes cruzan el túnel se refresquen y se olviden, por unos minutos, de la ciudad gris que es Monterrey”, concluye Esteban.
“Cada vez que paso por el túnel me vuelvo a emocionar, es una bella sensación, saber que has creado algo para la ciudad. Pero ya no lo veo propiamente como ‘mi obra’. El arte, cuando es compartido, empieza a pertenecer a quienes lo experimentan y viven, más que a su creador”, reflexiona Ximena.
Al final, Ojo de agua es más que un mural: es una declaración de unión por la ciudad, una celebración de la colaboración artística y un testimonio del poder del arte urbano para transformar el paisaje cotidiano.