Cultura

'Un obús en el corazón' plantea el tema de la guerra

La obra se presenta de jueves a domingo hasta el 20 de noviembre en el Teatro Santa Catarina.

Para Bernardo Gamboa el teatro tiene que incorporar algo de la vida personal de los actores, no ser una representación. Así se plantea el segundo monólogo que interpreta, dentro de la puesta en escena de Un obús en el corazón, a partir de la novela de 2007 de Wajdi Mouawad (Beirut, 16 de octubre de 1968).

Después de protagonizar este mismo 2022 Tártaro, pieza de Sergio López Vigueras sobre un niño “sicario”, Gamboa llega al personaje de Wahab con el mismo miedo de cargar sobre su actuación otro monólogo, que a su juicio siempre tiene también algo de soberbia para un actor el tomar una obra así.

“Siempre hay un poco de miedo al monólogo, en mi cabeza existe esta idea de que hay algo de soberbia para un actor en el tomar un monólogo, de si eres capaz de mantener esto. Un obús en el corazón dura hora y media, sí, tengo la técnica para hacerlo, puedo compartir esta historia, imaginar cosas, emociones, y compartirlas con los espectadores, pero al mismo tiempo siempre está la presión de que es una responsabilidad y te da miedo, sientes que no eres capaz de mantener la atención del espectador tanto tiempo. Además, no depende solo de ti: en Tártaro tuve a López Vigueras y en este caso a la estrella del teatro mundial, que es el canadiense Wajdi Mouawad, y él te ayuda, te tienes que subir en su surf igual que en el de la directora o del diseñador del espacio escénico, Chucho Hernández, y ellos te van acompañando, sosteniendo para yo poder sostener la historia. Confío en mi equipo”, dice el actor.

La directora Rebeca Trejo llevaba mucho tiempo enamorada del texto, que finalmente pudo llevar a escena en octubre, dentro del Festival Cultura UNAM, al teatro Santa Catarina (Jardín Santa Catarina 10, Coyoacán), donde se mantendrá con funciones de jueves a domingo hasta el 20 de noviembre.

“Cuando hay una buena interpretación de un monólogo, el actor puede hacer que el espectador imagine muchas caras, más allá de que el espectador esté ahí. ¿Cómo unir las historias tan diversas, recuerdos, flashbacks de un contexto tan diversos de esta obra de Wajdi Mouawad en un ámbito tan diferente como es el de México? Bueno, la violencia es universal. El dramaturgo nunca habla de una guerra en particular, es muy cuidadoso para que todos podamos identificarnos, todos tenemos recuerdos dolorosos. ¿Quién no tiene una madre? Todos tenemos una relación específica con la madre. Y es un poco a partir de esa relación con la madre que se tejen otro tipo de recuerdos e historias”, dice Gamboa, que en 2017 dirigió en la edición 45 del Cervantino San Nonaka, la historia de Kingo Nonaka, inmigrante japonés que participó en la Revolución Mexicana, con Francisco I. Madero y Pancho Villa.

Tejedor de historias

En Un obús en el corazón, Wahab recibe una llamada en medio de una noche de invierno para avisarle que su madre agoniza de cáncer. Él emprende el recorrido hacia el hospital a pesar de la tormenta de nieve, y recuerdos de una masacre en un autobús que atestiguó de niño durante una guerra, su relación con su madre, la Muerte y Maya, la mujer que le enseñó el silencio, lo acompañan durante el trayecto.

“Yo tejo todas las historias, las ramifico a partir de mi relación con mi madre. Wajdi es muy generoso en ese sentido, te pone el recorrido hacia el lecho de muerte de la madre, y lo demás lo vas construyendo con tu propia vida, vas contando a partir de lo personal. Siempre he sentido que el teatro debe tener algo de las historias personales (de los actores), no es una representación de un personaje a construir, sino un descubrimiento de cosas personales en tu propia psicología para poder compartirlas de forma honesta con el espectador, y eso lo hace un material más pesado, más rasposo al teatro en sí, más violento y más flamable, tú llegas a una butaca y no es tan cómodo, no es como en el cine donde puedes estar en el anonimato, aquí estás viendo a alguien le está pasando algo y es incómodo”, expone.

Gamboa considera que aunque Un obús en el corazón toca de manera específica Líbano, Beirut y su guerra civil entre facciones cristianas y musulmanas, algo que emparenta este contexto con México es que fue una guerra de pequeños bandos, en las calles, que se destruían en masacres, como la que atestiguó de niño Mouawad, autor de la tetralogía La sangre de las promesas, que incluye Incendios (2003), puesta en escena que ya se ha visto en México y que se popularizó con la adaptación al cine de Denis Villeneuve, La mujer que cantaba (2010), nominada al Oscar a Mejor Película extranjera.

“Esa guerra en Líbano de distintos bandos no dista de ciertos fenómenos que suceden en varias ciudades de México por el narco. Entonces, de alguna manera uno va buscando sus referentes para poder hablar de la historia universal, Wajdi Mouawad es muy ciudadoso en eso al no hablar de qué guerra específicamente, para que todos podemos identificarnos. Todos tenemos recuerdos dolorosos en ese sentido”, expone el director y fundador también de las compañías Luna Avante y Bola de carne.

El reto

El personaje de Wahab, que tiene una hermana gemela, y que recuerda en muchos momentos situaciones recurrentes en la obra de Mouawad, en particular en Incendios, implica para Gamboa no solo el reto de llevarlo al escenario, sino también convivir con él, como ha hecho con otros papeles.

“Me lo llevo a casa, a veces me peleo con él, a veces me enamoro de él, a veces lo quiero apapachar. Escuchaba una entrevista con Wajdi en la que decía que él les escribe cartas a sus personajes, con la dirección de su departamento, adonde le llegan esas cartas, y él les contesta desde la mente de su personaje. Yo no hago esto, pero el personaje sí está siempre en mi cuando estoy ensayando el texto y todo, y a veces lo dejo afuera sentado en una sillita, a veces lo dejo sentarse en mi cuarto, en la sala, lo intento mirar cómo se mueve, imaginar desde cierta distancia, y a veces me da ternura”.

“A veces lo quiero abrazar y decirle: ‘Hey, todo está bien’, y a veces me enojo con él porque es un güey de mierda, este personaje rasposo, que no es ciento por ciento amable, está enojado con muchas cosas, le cuesta mucho trabajo desatorarse para liberar el todo, hasta al final empieza a liberarse un poco para aceptar la realidad de todo, es una vida conmovedora que se agita alrededor de mi”, refiere Gamboa, a quien acompaña la actriz Paula Watson a través de un video en un escenario de pantallas, que fungen de escenarios al interior de la cabeza del protagonista, cuyo intérprete, a pesar de su desempeño que deja pasmado al público, confiesa que no se siente satisfecho con el resultado y sigue explorando a Wahab.

“Es un reto como actor que no creo haber logrado del todo, con lo cual estoy trabajando muy fuerte para ir encontrando cosas, detonadores y todo, que este mundo subconsciente no esté controlado por el consciente del actor, sino que exista, como una especie de caldero que cruje adentro de la obra, que permanezca y que pueda subirme yo al surf o a la bicicleta de la historia y que ese caldero de pronto haga cosas que me sorprendan en la misma escena y que sorprendan al espectador, que no siempre sea igual, de alguna manera estoy con la idea de que las funciones cambien mucho, porque Wajdi permite que la historia consciente se cuente con corrección clara pero que la inconsciente pueda hacer que de Bernardo Gamboa surjan cosas que eran insospechadas para mí, de relaciones con mi propia madre, mi familia, entonces en escena surgen cosas que dices: ‘What? Yo no me acordaba de esto’. Yo vi en esta función unas imágenes de mi propia vida que fue lindo, tierno de ver; me las llevo a casa, luego respiro y cierro y busco regresar a mi vida normal”, expone el protagonista de Un obús en el corazón.

PCL

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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