Desde 2009, el fotógrafo Mauricio Palos retrató los rostros, los cuerpos que fueron participes o víctimas de enfrentamientos entre cárteles y autodefensas. Se adentró en las sierras michoacanas para documentar laboratorios clandestinos y lugares despojados por el narcotráfico. Después de ocho años de explorar la violencia desatada en Chihuahua, San Luis Potosí y Michoacán, exhibe La ley del monte, en el Centro de la Imagen, conformada por 64 imágenes, como un ensayo visual sobre las regiones del país donde ya no hay ley, ni tierra, ni nada.
¿Cuál es tu interés en vincular el narcotráfico, la territorialidad y asuntos raciales?
La guerra contra las drogas se alimenta de pugnas sociales que están arraigadas desde periodos clave en la formación de México, como la época de los cacicazgos y las haciendas: dinámicas que se siguen llevando de la misma forma en regiones del país desde periodos coloniales. Muchas de las personas que terminan enlistándose en los cárteles vienen de rancherías o zonas urbanas marginadas donde hay poco margen para crecer económica y socialmente. Es común que jóvenes sin oportunidades se avienten sin pensarlo a pelear contra un gobierno que ofrece pocas alternativas, ya que se sienten aislados de otras zonas donde hay un claro privilegio de corte social, donde predomina otro color de piel y oportunidades socioeconómicas.
En tu serie documentas episodios recientes desatados por el narcotráfico pero también abordas zonas con una violencia histórica como Yucatán en el siglo XIX. ¿Cómo logras encadenar estos sucesos?
Lo que se vive en México está ligado a conflictos no resueltos que datan de mediados del siglo XIX. Casi siempre son los mismos actores involucrados: el gobierno, el pueblo y los empresarios que quedan en medio y que tienen mucho poder de decisión sobre lo que pasa en el país. En estos territorios con violencia histórica me parece propio hacer lecturas sobre lo que pasa actualmente y cómo todo forma parte de una narrativa que conforma a México. No puedes leer la guerra contra las drogas solo como contrabando y corrupción. Creo que es importante ver todas las capas que forman al país y cómo están ligadas al conflicto o qué tan alejadas se encuentran a estas realidades, como el caso de Yucatán, que es considerada la ciudad más segura del país.
¿Cómo manifiestas la descomposición social que ha ocasionado el narcotráfico?
Con la normalización de la corrupción y la violencia. Hay estados como Guerrero, Michoacán, Chihuahua y Tamaulipas en los que sus habitantes han visto cómo parte de sus territorios se han quedado vacíos o se han convertido en zonas de fosas clandestinas. El Valle de Guadalupe, en Ciudad Juárez, vio a la mayoría de su población buscar exilio en Texas u otras regiones de la frontera. Mientras abandonan sus tierras, otro tipo de proyectos empiezan a llegar como la construcción de un nuevo puente internacional. En Guerrero hay conflictos con mineras, lo que hace susceptible al estado de tener zonas estratégicas donde la violencia crece a favor de intereses mayormente económicos y de desarrollo.
Retratas autodefensas y policías rurales en plena búsqueda de laboratorios de metanfetaminas. ¿A qué retos te enfrentaste para realizar tu labor fotográfica? ¿Estuvo en riesgo tu integridad?
La visita a las autodefensas fue mientras entraban a Peribán de Ramos, Michoacán, y hacían recorridos en las montañas buscando laboratorios y casas de seguridad. Al estar en estos lugares siempre hay un riesgo. Lo importante es trabajar con protocolos de seguridad y con monitores constantes de compañeros fuera del lugar en el que trabajas.
Últimamente se han hecho varios trabajos sobre el narcotráfico. ¿Qué distingue a "La ley del monte" de otros proyectos?
Mi trabajo no solo se centra en escenas de crímenes o imágenes de personas con armas. La ley del monte indaga más en lo que significa este conflicto y cómo se pueden leer las problemáticas sociales cuando se contraponen con otro tipo de historias que comúnmente no se asocian con la guerra.