Las desigualdades políticas y económicas fueron las que dieron pie a la sublevación de algunos hombres tamaulipecos contra el régimen de Porfirio Díaz, afirma el académico e investigador Óscar Misael Hernández-Hernández.
Narra que ya desde fines del siglo XIX, el doctor militar de San Carlos, Ignacio Martínez, había mostrado descontento hacia el retorno de Díaz a la Presidencia en 1884. A esta postura se sumó en Matamoros Catarino Garza, quien, después del asesinato del primero, promulgó un plan revolucionario de tinte antireeleccionista.
“Ambos sentaron precedente en la Revolución Mexicana en Tamaulipas a fines del siglo XIX y en 1905 emerge otro hombre que participa en el entonces Partido Liberal Mexicano: Alberto Carrera Torres, nacido en Bustamante”.
Inicialmente profesor en Tula, Carrera Torres formó un grupo armado denominado Ejército Libertador de Tamaulipas, el cual tuvo como campo de acción el Cuarto Distrito.
“Debido a sus ideas liberales fue aprehendido por tropas federales en Miquihuana y llevado a la cárcel de Tula”.
Tomó por las armas esta última en 1911 y expidió la ley ejecutiva del reparto de tierras en 1913. Fue reconocido como un líder preocupado por los campesinos y por su oposición a regímenes autoritarios, relata Hernández-Hernández en su trabajo de investigación.
“Mientras en el contexto regional tamaulipeco tanto hombres como mujeres de pueblo participaban en la lucha armada encabezados por líderes de diferentes trayectorias profesionales, a nivel nacional empieza la pugna por el poder político”, recuerda el académico.

Aún con la oposición de Díaz y sus simpatizantes, en 1910 Francisco I. Madero comienza en Tamaulipas a hacer su campaña proselitista para la Presidencia. Para el siguiente año Carrera Torres se revela en el Cuarto Distrito a favor de la revolución maderista.
“Con el triunfo de Madero, aparentemente comenzó una etapa pacífica en el país, sin embargo, se dieron una serie de revueltas que derrocaron su gobierno en 1913: desde la redacción de un plan político signado en Camargo por el general Reyes, hasta la sublevación de los generales Félix Díaz y Victoriano Huerta que concluyó en el asesinato de Madero y la toma del poder por parte del último”, refiere.
Esta situación propició que, al menos en Tamaulipas, Carrera Torres iniciara una rebelión en oposición al gobierno de Huerta, quien fue destituido en 1914. Durante el año de gobierno huertista, a nivel local se dieron una serie de confrontaciones políticas.
“El general coahuilense Lucio Blanco, en oposición a Huerta tomó Matamoros, siendo el reparto agrario en la hacienda Los Borregos uno de sus actos más memorables; el general nuevoleonés Pablo González tomó Ciudad Victoria; y el movimiento constitucionalista, encabezado por Venustiano Carranza, asedió la ciudad de Tampico”.
En 1913, el entonces gobernador Luis Caballero, desconoció el gobierno de Huerta y después participó con las fuerzas constitucionalistas de Carranza.
“Al asumir este último la Presidencia de la República, además de confrontarse con otros revolucionarios del sur y norte de México, creó sus propios adeptos que a nivel regional comenzaron a disputarse las gubernaturas”, detalla Oscar Misael Hernández.
En Tamaulipas, por ejemplo, nuevamente Luis Caballero, y César López de Lara, un militar y político oriundo de Matamoros, fueron actores centrales de un conflicto electoral por el gobierno del estado en 1918, donde las armas salieron a relucir.
“Si bien Carranza como presidente destacó por su intento de pacificar el país, reorganizar la administración y el poder público con base en la Constitución proclamada en 1917 en Querétaro, enfrentó la sublevación de los generales Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta (este último fue mandatario en 1920), hasta que finalmente fue asesinado el 21 de mayo de 1920”.
Posteriormente, entró al gobierno federal el general sonorense Álvaro Obregón, entre 1920 y 1924. En ese lapso, el gobernador tamaulipeco López de Lara comenzó a hacer alianzas políticas con diferentes sectores de la sociedad en la entidad, especialmente con los comerciantes y obreros, más no con los campesinos.
En este sentido, los síntomas de un alzamiento en la región no se hicieron esperar. Ello obligó a que el gobierno de López de Lara se desmoronara políticamente, especialmente al sumarse a un alzamiento en 1923 y exiliarse en el estado de Texas.
Ante la caída de su grupo en el poder, surgió otro encabezado por el abogado y político de Ciudad Victoria, Emilio Portes Gil, quien llegó a consolidar un cacicazgo político en la entidad, a la vez que forjó una identidad regional sustentada en el culto a los héroes locales, apunta el análisis del investigador de la UAT.
EAS