Sobre la importancia literaria de Mario Vargas Llosa hay una especie de unanimidad: sus ensayos son un llamado permanente a la polémica, al debate o a la reflexión, según la trinchera en la que esté colocado el lector.
Con la aparición de La llamada de la tribu (Alfaguara, 2018) no podía suceder de otra manera: una especie de recorrido intelectual sobre las obras que le dieron forma a su pensamiento, a su visión sobre la realidad. Por eso ha señalado: "Aquí el protagonismo no lo tienen las vivencias del autor, sino las lecturas que moldearon su forma de pensar y de ver el mundo en los últimos 50 años".
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En el libro, Vargas Llosa desarrolló una cartografía de los pensadores liberales que contribuyeron en la conformación del cuerpo de ideas que lo definen en la actualidad, en particular después de lo que él mismo ha llamado el trauma ideológico que le supuso el desencanto con la Revolución cubana, y, por otro, el distanciamiento de las ideas de Jean-Paul Sartre, quien lo había inspirado en su juventud.
Pensadores como Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel aparecen en las páginas de La llamada de la tribu, quienes le permitieron a Vargas Llosa conocer otra tradición de pensamiento que privilegiaba "al individuo frente a la tribu, la nación, la clase o el partido, y que defendía la libertad de expresión como valor fundamental para el ejercicio de la democracia".
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