“Como jugar ajedrez y hacer el amor al mismo tiempo”: Julián Hebert

“La literatura me salvó la vida”, dice Julián Herbert. Quien haya leído Canción de tumba sabe que es cierto. El narrador y poeta divide su tiempo entre la escritura, la familia y la música. Su banda de rock Las Madrastras, es algo más que un divertimento; su nuevo poemario Álbum Iscariote, es algo más que un puñado de versos convencionales.¿Qué fue primero la literatura o el rock?El rock siempre es primero pero tardé más en aprenderlo. Mis habilidades musicales son más reducidas que las literarias. El rock es retador incluso con el escucha y en ese sentido tiene una virtud literaria.¿A qué suena su literatura?A blues porque es un género flexible, puede ir del punk al funk. Va de lo melódico a lo estruendoso. Sin embargo, mi libro Álbum Iscariote podría ser fondeado por Brian Eno, porque se acerca al arte conceptual. Al principio usé como epígrafe a Calle 13 e incluyo otro poema que es una letra adaptada de LCD Soundsystem.Déjeme citar un verso suyo: “No hay nada nuevo bajo el mall”.Es la paradoja del principio de incertidumbre. Las únicas cosas nuevas por hacer parten de que no hay nada nuevo. Todos los ejercicios de una originalidad extrema me aburren. Entiendo los cuestionamientos de los poetas tradicionales hacia los experimentos porque en la mayoría hay charlatanería, pero en lo personal me interesa el fenómeno cognitivo de la poesía más allá de si le caes bien a la gente.Su poesía no es necesariamente fácil…Eso quisiera, no es mi intención ser sencillo. Una de las peores cosas que puedes hacer es tratar a los lectores como clientes.¿Qué tiene Coahuila que da buenos escritores?Quizá el agua industrial nos enloqueció. Soy chovinista: me gusta lo que se hace en Coahuila. Más allá de Luis Jorge Boone, Carlos Velázquez o de mí, hay autores talentosos como Claudia Luna, Joel Plata o Jesús de León que son menos conocidos. Nos ayudó formarnos en un medio muy competitivo, con visiones muy diferentes de la literatura. Algunos que fuimos grandes amigos ya ni nos hablamos.¿Luis Jorge Boone y Carlos Velázquez siguen siendo sus amigos?Luis Jorge más, con Carlos la bronca fue fuerte porque su libro La marrana negra de la literatura rosa envejeció muy rápido y él no aguanta nada.Lo peor que puede pasarle a la literatura coahuilense es convertirse en marca.Sí, y creo que es una de las cosas que han ido pasando. Una de mis broncas con Carlos tiene que ver con eso; cuando él empezó con el discurso de la literatura post norteña, me burlé bastante de esa idea y hasta la fecha sigue sin perdonármelo. No me molesta que sea una marca.Uno lee Canción de tumba y dice: a este chavo la literatura le salvó la vida.Por supuesto. La literatura me salvó de niño y de adulto. Cualquier pensamiento negativo y eso que soy un tipo pesimista, lo combato con la literatura. Buena parte de mis ganas de vivir están en la sensación de escribir. Es como jugar ajedrez y hacer el amor al mismo tiempo.¿La literatura media entre los excesos?Sí, pero no sé si los excesos y la literatura se hacen compinches. En mi época más ruda con la cocaína no podía escribir pero sí corregir y de manera obsesiva.Su bebida favorita es…El vodka es mi bebida de batalla. Me permite estar suelto y no me da cruda. Lo que más me gusta es el whisky. Ya no tengo edad para la cerveza, ya me tomé las que me tocaban.¿Cómo se cura la cruda?Si no tengo nada que hacer, durmiendo. Si tengo pendientes me tomo un Desarmador. Casi siempre la dejo ser. La cruda es un estado de conocimiento porque te deja ver cosas, por ejemplo da un sentimiento de presente súper intenso.