Cultura

“Creo un nuevo espectador con el teatro cuántico”: Frank Turón

El actor y dramaturgo presenta la obra Canícula, en donde aplica la física cuántica en la dramaturgia y el montaje.

El dramaturgo, narrador y actor Frank Turón está convencido de que todavía hay cosas por inventar en las artes escénicas y una de ellas puede ser un nuevo espectador, para lo que llama su “teatro cuántico”.

“Dicen en el post postmodernismo que ya se inventó todo y se escribió todo, que ya no puedes más que tomar de una época y de otra y hacer un sincretismo del cubismo, del surrealismo, de diferentes corrientes, en una especie de coctel; dicen que no se puede inventar algo desde cero”, expone en entrevista tras el estreno de Canícula, en la que aplica la física cuántica en la dramaturgia y el montaje.

​Turón arrancó temporada el 1 de septiembre con esta obra sobre la reconciliación de una pareja, en funciones los jueves hasta el 24 de noviembre, en el Centro Cultural El Foco (Tlacotalpan 16, Roma).

Fernanda (interpretada por la actriz Legna) es una exitosa fotógrafa que busca contratar a una modelo parecida a su ex pareja Tania (Mitzi Elizalde). Para su sorpresa, la modelo que le envía la agencia justo es aquella mujer que abandonó para irse a Europa a seguir su carrera profesional como artista visual. Un tercer personaje, el narrador, interpretado de manera magistral por el mismo Turón, constantemente está revelando las acotaciones señaladas en Canícula, mostrando al público el lado oculto de la obra.

A los personajes se suman diferentes dispositivos tecnológicos que abren el mundo interior de Fernanda y Tania, como sus pensamientos, emociones y hasta latidos de sus corazones, hasta la incorporación de un par de papeles secundarios, como el del agente de modelos o el portero del estudio de Fernanda.

Todo ello forma parte de este teatro en varias pistas que Turón vincula con las teorías de física cuántica.

“Lo cuántico es algo que se aplica desde los años 30 del siglo pasado en diferentes ámbitos, desde la física hasta la computación. Todas esas teorías, que solamente estaban a niveles atómico, subatómico y nuclear, ahora se hace con ellas la transversalidad de la ciencia con el arte y con las relaciones humanas, como el entrelazamiento cuántico o la bilocación, es decir la puesta en escena en dos lugares al mismo tiempo, como la materia que puede viajar como partícula y como onda”, expone el autor.

“Hay mucho de la teoría cuántica que se puede aplicar a las artes escénicas perfectamente, pero también (Canícula) es un teatro laboratorio, con una expansión de signos dentro del teatro permeados justamente por la tecnología de última generación”, agrega el dramaturgo, director, actor y narrador.

Agrega que la teoría cuántica también se incorpora a su teatro en relación con la energía misma.

“El teatro es energía, la actuación es energía, la interacción con el público es energía. Hay un manejo de energía que aporta el actor a la puesta en escena y toda esa energía es cuantificable y medible matemáticamente a partir de partituras físicas y vocales, y a través de una partitura de ingeniería teatral cuántica que se hizo dentro de este laboratorio; una partitura científico-artística para mostrar lo que generalmente se oculta y se calla, que son las estructuras internas de los personajes”; abunda Turón.

Sobre su personaje lúdico de narrador, muy parecido a los narradores de las novelas negras, explica que también la narraturgia presenta al espectador aquello que generalmente en obras tradicionales se oculta o no se ve, como son las acotaciones que hacen los dramaturgos en sus obras, como son las indicaciones de acciones, presentación de signos, sobre decorados, vestuario, escenografía, acciones físicas, entradas y salidas del escenario, lo que permite al público entrar al papel de la obra.

Turón agrega que la obra también juega con el tema de la reconciliación entre la pareja de mujeres, porque, como la paradoja del gato de Erwin Schrödinger que está vivo y está muerto a la vez, hay la doble posibilidad entre ellas de reconciliarse o no, una preocupación en las relaciones humanas de hoy.

“La reconciliación ahora es un tema importante cuando se ha perdido la estructura de valores, buscamos fomentar de alguna manera el rescate de valores perdidos, reconciliarse. Tenemos una relación muy intensa con el otro y, de repente, por un incidente, incluso una palabra, un malentendido, puede acabar con años de relación”.

“La obra considera, como señala la teoría del entrelazamiento cuántico, que una partícula, cuando interactúa con otra, la información queda en ambas a pesar del tiempo, la distancia y el espacio. ¿Qué pasa si aplicas esa teoría a las relaciones humanas? Es lo mismo. Si yo interactuo con otro ser humano me puedo llevar esa energía y esa información hasta la tumba, a pesar de que ya no esté la persona, de que ya no esté con ella o a pesar del tiempo y el espacio. Es perfectamente aplicable esa teoría de la física a las relaciones humanas”, sostiene el artista escénico.

Turón destaca la tecnología de última generación y la ciencia aplicada en esta obra sui generis.

“Estamos haciendo uso de varios programas de última generación, como wirecast, Q-Lab, mapping, tercera dimensión, abordamos la astrofísica y cómo científicamente sucede el enamoramiento a través de los neurotransmisores gama. Es mucha información científica que el público (tradicional) no alcanza a digerir, por lo que tiene que haber un espectador más lúdico, más entrenado, que tiene que voltear a más lados, que tiene que tener otro tipo de atención y de información. Yo creo un nuevo espectador con el teatro cuántico”, sostiene Turón, quien contó en esta puesta en escena con la colaboración del experto en artes marciales César Forastieri para la asesoría de un combate escénico entre las protagonistas, de la coreógrafa Erandi Mondragón y de Hiram Sanvicente para el entrenamiento vocal.

La bellísima Mitzi Elizalde está muy contenta con la propuesta de Turón y sostiene que no todas las historias están contadas ni se han agotado las formas de contarlas, al destacar el tema de Canícula. “Nos falta reconciliarnos con nuestro pasado, con nuestras heridas, con nosotro. Buscamos con esta puesta en escena dar herramientas para que se encuentren otras maneras de perdonar, de seguir adelante y quitarnos pesos. A veces creemos que las cosas van a pasar, pero el tiempo no cura necesariamente, a veces hay que hacer un trabajo personal y emocional para trascender los errores”, apunta la actriz.

Destaca que la narraturgia dentro de la obra es algo distinto para el público, además de que Turón incorpora varios elementos mutildisciplinarios como el baile, el combate escénico, la ciencia, para que el público tenga saltos cuánticos y pueda estar en varios lugares a la vez, no solo en el escenario de El Foco, sino incluso en la mente de los personajes, teniendo dobles estímulos al serle contada la historia.

Al respecto, el autor de la obra señala que su “teatro cuántico” es un género de aportación e innovación.

“Toda esta teorización de aplicación cuántica dentro de las artes vivas va a generar un paradigma, un prototipo de escribir el teatro, de actuarlo y de dirigirlo, porque aquí los actores son coautores de su mundo interno, creando precisamente estos universos del mundo interno. Y para mostrar todo ese mundo interno de estos personajes tenemos voces superpuestas, textos para ser proyectados, si se imaginan algo o recuerdan algo, tenemos el recurso de la imagen. Pero toda esa es información no la tiene el otro personaje, es una información donde se hace cómplice al público”, explica el director.

Cuenta que concibió la historia un tanto biográfica a partir de Legna, quien interpreta a la fotógrafa Fernanda. “Ficcioné al personaje con base en anécdotas de su vida y fuimos creándolo. En sí, la historia simplemente es un pretexto para poder aplicar todas las teorías del teatro cuántico”, dice Turón.

PCL

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