En las posadas de barrio, en los patios de las casas y en los festivales escolares de diciembre, hay elementos que parecen inamovibles. Uno de ellos es la tradicional bolsita de dulces, esa que pasa de mano en mano después de romper la piñata. Dentro, casi siempre, aparece una fruta que se volvió símbolo de la temporada: la mandarina.
Sin embargo, este cierre de diciembre de 2025 ha traído un cambio que ya se percibe en mercados y hogares, marcado por el precio de la mandarina, que se ha elevado como no se veía en años.
Te recomendamos
La fruta sigue presente en los puestos y en algunas bolsitas, pero más pequeña, más costosa o sustituida por otras opciones. No es una decisión casual ni una moda, responde a una cadena de factores que comenzó en el campo y terminó impactando directamente el bolsillo de las familias.
¿Por qué subió el precio de la mandarina en 2025?
En el Mercado Francisco I. Madero de Tampico, comerciantes con décadas de experiencia coinciden en que el alza no fue repentina, sino acumulada. La sequía del año pasado redujo considerablemente la producción y, cuando se esperaba una recuperación, las lluvias intensas e inundaciones en zonas citrícolas del norte de Veracruz, volvieron a afectar las cosechas.
“La mandarina nunca bajó”, resume Cristina Soler, una comerciante mientras acomoda la fruta. Explica que el kilo ronda actualmente entre 40 y más de 50 pesos, cuando en otros años la temporada decembrina significaba precios más accesibles. Recuerda que en 2016 se ofrecían hasta 25 mandarinas por menos de 20 pesos, una referencia que hoy parece lejana.
A esta baja producción se sumaron bloqueos carreteros y mayores costos de transporte, factores que encarecieron aún más el producto antes de llegar a los mercados.
Mandarina importada y cambios en el consumo
Uno de los signos más claros de la escasez nacional fue la llegada de mandarina importada desde Perú. Para comerciantes y consumidores, ver fruta extranjera en plena temporada mexicana resultó inusual. Su precio, sin embargo, explica por qué no se volvió una opción masiva: entre 90 y 100 pesos por kilo, muy por encima de la mandarina nacional.
Esta situación ha modificado hábitos de compra. Algunas familias optan por adquirir menos cantidad, otras sustituyen la mandarina por naranjas pequeñas o reducen su presencia en las posadas. Para los comerciantes, el impacto también es evidente: diciembre ya no representa el repunte de ventas que antes traía consigo.
Posadas más austeras: una tradición que se ajusta
El efecto del aumento se siente directamente en las celebraciones. Organizar una posada implica sumar gastos: dulces, piñatas, velas, ponche. Cuando la mandarina se encarece, deja de ser un complemento automático.
“Hay gente que prefiere no ponerla, porque no le alcanza”, comenta una comerciante. La decisión refleja una realidad más amplia: la economía cotidiana obliga a recortar incluso en tradiciones profundamente arraigadas.
La mandarina, que no es un lujo sino parte del ritual, se ha convertido en un símbolo de cómo los precios influyen en la vida diaria.
Lo que dice Profeco sobre el alza
Datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) confirman la tendencia. En mercados, el precio de la mandarina se ubica alrededor de 40 pesos por kilo, mientras que en supermercados alcanza hasta 78.90 pesos. En algunas regiones del país, se han documentado precios de 90 a 120 pesos, dependiendo del origen y la calidad.
Profeco recuerda que la mandarina se cosecha normalmente entre octubre y diciembre y que los principales estados productores son Veracruz, Puebla y Nuevo León. En condiciones normales, esta etapa garantiza mayor disponibilidad. En 2025, ese patrón se rompió.
Un aumento que refleja algo más que una fruta
Especialistas y comerciantes coinciden en que el incremento supera el 20% respecto al año anterior. La combinación de sequía prolongada, lluvias irregulares y costos logísticos elevados presionó toda la cadena productiva.
Más allá del mercado, el caso de la mandarina muestra cómo el clima y la economía impactan incluso en las tradiciones más simples. Habrá posadas, habrá piñatas y habrá ponche caliente. Pero este año, en muchas bolsitas, la mandarina será más pequeña… o no estará.
Y ese detalle, aparentemente menor, revela cómo los cambios económicos llegan hasta el corazón de las costumbres decembrinas.
Te recomendamos
