El VIH en México volvió a crecer. Después de la tregua que dio la pandemia de covid-19, los contagios se dispararon nuevamente y retomaron una tendencia al alza, de acuerdo con las propias cifras oficiales, que, según especialistas, están desactualizadas.
En el Día Mundial del VIH, que se conmemora cada primero de diciembre, integrantes de organizaciones de la sociedad civil reportaron que la base de datos oficial no está actualizada y que, en realidad, hacía noviembre de 2025, el país ya superó los 15 mil 789 nuevos casos de VIH, lo cual refuerza que la tendencia al alza de la epidemia a nivel nacional.
¿Cuántas personas tienen VIH en México?
El número real de personas que viven con VIH podría ser hasta dos veces mayor. De acuerdo con declaraciones oficiales del director general del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH (Censida), Juan Luis Mosqueda Gómez, la cifra nacional podría superar los 380 mil casos, debido a que dos de cada diez personas que viven con el virus aún no lo saben.
Señalaron que la causas tienen que ver con la prevalencia de prácticas sexuales de riesgo, las drogas inyectables y hasta la resistencia a los tratamientos médicos.
La transmisión sexual representa más del 93% de la causa identificada de los casos, con 174 mil 814 acumulados.
A esto se suman mil 218 contagios por vía sanguínea, 840 por uso de drogas inyectables y 3 mil 442 por transmisión vertical de madre a hijo. Además, 883 casos permanecen clasificados como “desconocidos”, sin una categoría definida.
También existe alta prevalencia de falta de diagnóstico temprano asociado a estigmas, prejuicios y temores que persisten, aun cuando existen terapias altamente efectivas que permiten hoy un pronóstico de vida prácticamente igual al de quien no vive con el virus.
CdMx, cuna del VIH
La alerta sanitaria por VIH/Sida en México se emitió en 1983, cuando el Sistema Nacional de Salud confirmó los primeros casos de una enfermedad entonces desconocida caracterizada por inmunosupresión severa y alta mortalidad.
Los primeros reportes surgieron en hospitales de la Ciudad de México, donde médicos comenzaron a observar infecciones oportunistas inusuales.
Ese mismo año se implementaron los primeros mecanismos de vigilancia epidemiológica y de notificación, que permitieron documentar la expansión del virus en la década de los ochenta y marcaron el inicio de la respuesta institucional en el país.
El Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud reportó que, entre 2014 y julio de 2025, México ha registrado 180 mil 319 casos de VIH, de los cuales 166 mil 911 permanecen vivos.
El análisis abarca más de una década de vigilancia continua y muestra que del total acumulado, 152 mil 271 corresponden a hombres y 28 mil 48 a mujeres.
Desde 2014 se han reportado 12 mil 525 fallecimientos, mientras que en 2023 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó 4 mil 953 muertes, equivalentes a una tasa de 3.78 por cada 100 mil habitantes.
En 2024 se notificaron 18 mil 895 diagnósticos nuevos y en 2025, con corte al 14 de julio, el sistema registraba 9 mil 46 casos, lo que confirmaba que después del descenso de 2020 los diagnósticos retomaban una tendencia ascendente.
La mortalidad por VIH en México se ha mantenido estable durante la última década, con tasas que fluctúan entre 3.5 y poco más de cuatro defunciones por cada 100 mil habitantes. No se observan descensos sostenidos.
De los 15 mil 789 casos nuevos estimados para 2025, según organizaciones civiles, 4 mil 540 fueron diagnosticados en estadio 1; mientras que mil 395 estaban en estadio 2, 1 mil 988 en estadio 3 y 1 mil 123 en estadio 4, lo que confirma que una proporción considerable llega con deterioro inmunológico avanzado.
Hay un rango de personas que desconocen su situación.
Jóvenes, los más afectados
El análisis por edades confirma que el VIH en México afecta desproporcionadamente a adultos jóvenes, pues más de la mitad de los diagnósticos corresponden a personas entre 20 y 34 años.
El grupo de 25 a 29 años concentra casi la cuarta parte del total de contagios, con 40 mil 757 casos correspondientes al 22.6 por ciento.
Le siguen el grupo de 30 a 34 años con 33 mil 464 casos, es decir, 18.6% y el de 20 a 24 años, con una cifra similar de 31 mil 614 casos correspondientes a 17.5 por ciento. En conjunto, estos tres rangos representan casi el 59% de todos los diagnósticos registrados desde 2014.
El grupo de 35 a 39 años sumó 22 mil 409 casos, es decir, 12.4%, mientras que entre 40 y 44 años se reportaron 15 mil 673, equivalentes a 8.7 por ciento.
Entre 45 y 49 años se contabilizan 11 mil 139 casos, que representa 6.2% y entre 50 y 54 años, 7 mil 483, con 4.1 por ciento.
Para los grupos de 55 a 59 y 60 a 64 años se documentan 4 mil 677 (2.6%) y 2 mil 464 casos (1.4%), respectivamente. En adultos de 65 años o más, el total asciende a mil 946 casos (1.1%).
En menores de edad, desde menores de un año hasta los 14 años, las proporciones fluctúan entre 0.1 y 0.2% por grupo. En el grupo de 15 a 19 años se registran 7 mil 614 casos (4.2%). El registro incluye 12 casos sin edad identificada.
Focos regionales de VIH en penínsulas y sureste
En 2025, las entidades con las tasas más altas de incidencia por cada 100 mil habitantes son Quintana Roo, Colima, Yucatán, Baja California Sur y Tabasco, lo que refleja focos regionales donde la transmisión se mantiene activa.
En términos absolutos, la carga de la epidemia se concentra principalmente en el Estado de México con 20 mil 205 casos, la Ciudad de México con 15 mil 567, Veracruz con 15 mil 42, Jalisco con ocho 8 mil 730 y Quintana Roo con 8 mil 513, que reúnen los mayores volúmenes acumulados desde 2014.
Otras entidades con carga relevante son Chiapas con 9 mil 386 diagnósticos, Guerrero seis mil 424, Puebla siete mil 842, Nuevo León seis mil 583, Oaxaca cinco mil 953, Baja California siete mil 459 y Guanajuato cinco mil 325.
Censida alerta sobre resistencia a antirretrovirales
Durante el Simposio Regional Comunidad y Ciencia Unidas para la Eliminación de la Epidemia de VIH en América Latina, especialistas de ONUSIDA, OPS, IAS y CENSIDA alertaron sobre el incremento de fallas terapéuticas asociadas a resistencia a dolutegravir (DTG) y bictegravir (BIC), fármacos que hoy sustentan la mayoría de los tratamientos antirretrovirales modernos.
La OMS indicó que el acceso al TAR ha salvado millones de vidas, pero advirtió que la resistencia a medicamentos ha aumentado de forma sostenida en la última década.
Para diciembre de 2024, 31.6 millones de personas recibían tratamiento antirretroviral, cifra aún por debajo de la meta global de 34 millones para 2025.
Juan Luis Mosqueda Gómez, director del Censida, explicó que la resistencia a DTG no depende únicamente de mutaciones virales, sino de fallas prolongadas sin corrección. “Más de 25 millones de personas usan dolutegravir en el mundo”, señaló.
“Si tú lo dejas fallar un mes, dos meses, un año, dos años, en algún momento va a generar resistencia”.
Detalló que México opera un sistema automatizado que ordena un genotipo cuando un paciente presenta dos cargas virales detectables consecutivas, incluso sin indicación médica. Además, el país implementará genotipos basales para detectar resistencia primaria desde el inicio.
Los estudios presentados mostraron que la mediana de fallas virológicas con DTG oscila entre 2 y 6%, mientras que las mutaciones asociadas a inhibidores de integrasa aparecen en proporciones que van del 0 al 0.6 por ciento.
En personas con experiencia previa (especialmente quienes han usado inhibidores de integrasa de primera generación o inician con cargas virales muy altas) la resistencia puede elevarse hasta 3.4 por ciento.
Un análisis internacional que incluyó a 599 personas con genotipo realizado durante terapia con DTG reveló que 32.2 por ciento había recibido previamente inhibidores de integrasa y 11.7% se encontraba en terapia dual con DTG.
En este grupo se observó la aparición de mutaciones asociadas a disminución de la eficacia, sobre todo en pacientes con adherencia irregular o supresión incompleta.
México presentó datos propios de resistencia a bictegravir. Entre 68 mil 786 personas que usaron BIC/TAF/FTC, 23 mil 786 iniciaron terapia con ese esquema y 44 mil 999 realizaron un cambio desde otros regímenes.
En el grupo de inicio, 231 personas (0.97%) presentaron cargas virales superiores a mil copias/mL (monitoreo de la infección) después de seis meses; 208 secuencias fueron analizadas.
En quienes realizaron cambio, 515 personas (1.1%) presentaron viremia elevada, con 458 secuencias analizadas.
Las mutaciones detectadas incluyeron E138AKT, Y143CHRS, S230R y R263, con frecuencias entre 0.2 y 0.5 por ciento. En quienes hicieron switch se identificaron E138AKT (0.2%) y R263K (0.2%).
Los expertos señalaron que los factores que aumentan el riesgo de resistencia incluyen: subtipo viral distinto del B, carga viral muy alta y CD4 bajos al inicio, adherencia irregular, malabsorción, exposición previa a inhibidores de integrasa de primera generación y fallas prolongadas con viremia persistente.
La OMS recordó que concentraciones indetectables de DTG en plasma se correlacionan con más del 94% de ausencia de resistencia, reafirmando que la adherencia sigue siendo el factor decisivo para prevenir fallas terapéuticas.
RM