A manera de reflexión abrimos este espacio que hemos llamado #UnDíaSinElla en el que mostraremos perfiles de mujeres que han trascendido en el estado de Guanajuato, por su dedicación y entereza, en diversos ámbitos y que el movimiento "Un Día Sin Nosotras" nos llevará a entender lo importante y necesaria que es su presencia.
Hoy le presentamos la visión de ser mujer de Beatriz Marmolejo, o Betina, como le llaman sus amigos y familia, quien es activista ambiental desde el 2015, a partir de entonces, ha trabajado para hacerle frente al cambio climático, dando pláticas para concientizar y diversos talleres, además fundó dos proyectos enfocados en el desarrollo sostenible. Su trabajo la ha llevado a la Conferencia Mundial de Cambio Climático de la ONU COP 25, que se realizó en diciembre pasado en Madrid, a donde acudió como delegada observadora.
Su búsqueda por generar un cambio la ha llevado a estudiar y trabajar en lugares como Shangai, Washington y París, Francia. Con una maestría en sostenibilidad e innovación, Betina es fundadora de Reset GTO y 350 Ecoactos, asociaciones con las cuales busca crear conciencia de la importancia de la reducción de contaminantes a nuestro medio ambiente.
-¿Qué significa para ti un día sin nosotras?
Es un ejemplo de esa sororidad que debemos tener como mujeres. Hemos sufrido muchos abusos a lo largo de la historia y en pleno siglo XXI necesitamos hacer algo que de verdad impacte para que la sociedad resienta como es que las mujeres impactamos en la sociedad.
-¿Qué esperarías del movimiento?
Que no bajáramos la guardia, el 9 de marzo tiene que ser el primer día del resto de nuestra historia. Que se conozca que el 9 de marzo fue el día en que las mujeres reclamaron su poder.
-¿Cuáles son los principales problemas a los que te has enfrentado como mujer?
Si tú ves los espacios de toma de decisiones, generalmente están llenos de hombres ¡no hemos alcanzado esa equidad que tanto se dice!
Es frustrante a veces toparte con personas que no tienen la misma visión y que no tienen esas ganas porque no entienden la vulnerabilidad que nosotras hemos sentido hacia la violencia de género. También la falta de empatía de los hombres en espacios de decisiones, para que de verdad hagan algo por nosotras, que de verdad se sumen, no sólo digan que apoyan.
Necesitamos abrir más espacios para mujeres en toma de decisión, necesitamos empoderar más mujeres para eso.
-¿Ser mexicana es sinónimo de…?
De muchas cosas, a mi me da muchísimo orgullo cuando salgo al extranjero y digo que soy mexicana, porque ellos saben que las mexicanas no somos dejadas y luchamos por lo que queremos. Me da mucho orgullo la identidad que tengo como mexicana porque me da esa fuerza para saber que yo puedo y que no me dejo. Ser mujer es súper fregón.
-¿Qué representan para ti los nombres de Fátima, Ingrid y Abril?
Mucha impotencia, coraje pero sobretodo impunidad. No puedo creer que vivamos en un país donde eso se permita y que claramente se pudo haber evitado pero hay muchos huecos legales que no protegen los derechos de las mujeres.
Con que seguridad podemos salir a la calle cuando sabemos que si nos pasa algo, es probable que a la persona que nos está atacando no le vaya a pasar nada porque en los puestos de toma de decisión no hay gente que les ponga un alto. Es impunidad, los hombres lo hacen porque saben que se pueden salir con la suya.
Quienes están dictando si son feminicidios o no son feminicidios, son hombres, ¿qué empatía tienen con nosotros?.
-¿Qué se debe hacer para mejorar las condiciones de las mujeres en México?
Educación, educación y más educación, yo creo que es lo principal. No es posible resolver un problema si no sabemos cómo se forma o cuáles son las causas de este problema.
En el mundo hay 70 millones de embarazos que no son planificados, y no son planificados por que las mujeres no tienen derecho a educación, de haberla podrían decidir su planificación familiar o si esa persona con la que están las merece o no.
Estadísticamente en todo el mundo, a los hombres se les invierte más en educación que a las mujeres. Invertir en la educación de mujeres ayuda no sólo a que podamos exigir nuestros derechos, también a mitigar las crisis climáticas.