Activistas en prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) realizan campañas de información y reducción de daños en Nuevo León ante la popularidad del sexo químico, una práctica en la que se recurre al uso de drogas para potenciar las relaciones sexuales, principalmente entre personas gay y transgénero.
Información revelada por el gobierno del estado en fechas recientes indica que en los últimos años se ha incrementado el consumo de las metanfetaminas –popularmente conocidas como cristal–, al igual que sus decomisos y hallazgos de laboratorios.
Este fenómeno también se ve reflejado en la población clave: trabajadores sexuales, usuarios de drogas, mujeres transgénero, hombres homosexuales y hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres.
Según una encuesta realizada por organizaciones de la sociedad civil en prevención de ETS a 900 personas, el cristal es la tercera droga más usada entre estos sectores de la población, con un 11 por ciento, solo después de la mariguana y los poppers (nitritos volátiles). En la lista también figuran el crack y el ácido gamma hidroxibutírico.
Eduardo Elizondo, catedrático e investigador del Tec de Monterrey, explica que la popularidad del cristal en particular se debe a distintos factores: es altamente adictiva, tiene un costo accesible y es fácil de cocinar.
Aunado a ello, permite que el consumidor prolongue la relación sexual por muchas horas –incluso más de un día– sin comer ni hidratarse.
“Es una de las drogas en donde la persona no puede percatarse o reconocer si usó o no el condón cuando estuvo bajo su influjo. La persona desarrolla un deseo sexual muy fuerte y puede estar dos o tres días prácticamente sin comer, teniendo relaciones sexuales y con muy pocos líquidos. Se le conoce como una droga de maratón del sexo", apunta, "viene a ser un parteaguas a nivel internacional, pues se utiliza mucho en la comunidad gay precisamente por este efecto".
El fundador de Acodemis, Abel Quiroga, quien es activista en prevención de ETS, comenta que en las redes sociales o apps de ligue, como Grindr, se utiliza un símbolo de diamante como señal de que el usuario consume o comparte cristal con sus parejas sexuales.
Incluso también hay quienes organizan reuniones o fiestas privadas de sexo químico, donde la presencia de drogas de diseño es fundamental para maximizar el placer.
Riesgo de enfermedades
La forma en que se consumen estas drogas puede provocar lesiones físicas o descuidos que posteriormente faciliten la entrada de virus e infecciones al tener contacto sexual.
Quiroga señala que, por ejemplo, inhalar cristal en una pipa improvisada suele causar quemaduras en los labios, pues se eleva la temperatura del material mientras la sustancia se quema. Además, no eliminar los residuos y quemarlos por segunda vez para inhalarlos es una práctica que resulta altamente tóxica para el consumidor.
Igualmente se encuentran en potencial riesgo quienes utilizan drogas inyectables, pues en ocasiones se reutilizan las jeringas o incluso se comparten.
El investigador Eduardo Elizondo menciona que según la infección que aqueje a la persona, puede o no presentar síntomas.
"La ulceración en la entrada de la cavidad bucal puede dar entrada a sífilis o gonorrea. No debemos olvidar que la orofaringe es un reservorio para estas enfermedades y para el virus del papiloma humano (VPH), que es transmisible a través del sexo oral", señala.
Los kits de prevención
Acodemis, que forma parte del colectivo Red Mexicana de Reducción de Daños (Redumex), ha emprendido una importante labor en la localidad para evitar la transmisión de ETS, incluido el riesgo de las prácticas de sexo químico.
Hasta ahora es la única asociación que realiza estas acciones.
Al respecto, Abel Quiroga expone que han optado por distribuir kits de reducción de daños de manera gratuita. Por ejemplo, un paquete para un usuario de cristal (por inhalación) incluye una pipa con un filtro especial para evitar quemaduras en los labios, así como un removedor de residuos, que al requemarlos resultan altamente tóxicos.
En tanto, quienes utilizan drogas inyectables reciben una bolsa con almohadillas con alcohol, jeringas y guantes. Todo viene acompañado con condones, tanto masculinos como femeninos, lubricantes y folletos con información científica.
“Esta estrategia no es una cuestión de prohibición, sino lo contrario, fortalecer el estado de los derechos humanos, donde a la persona se le otorga un paquete de reducción de daños enfocado a su salud", señala Quiroga.
Derecho a la salud
Eduardo Elizondo, quien además es colaborador de la Mesa multisectorial de la respuesta del VIH, sida y otras infecciones de transmisión sexual, aclara que la reducción de daños no se trata de una promoción del uso de drogas, sino de informar a la población clave con datos científicos y proveerles de insumos preventivos, en el marco del derecho a la salud.
“Nos damos cuenta de que la droga permea en todos los estratos socioeconómicos, la diferencia está en que el acceso a los servicios de salud es distinto”, resalta.
Acodemis ha intentado introducir esta propuesta en el Consejo Estatal del Coesida, sin embargo, hay resistencia debido a los estigmas en torno a los usuarios de drogas.