Por el hueco de un tapial, donde están clavados 26 angelitos de unicel, se ven cientos de polines que aún sostienen una estructura colapsada del Colegio Enrique Rébsamen, donde hace un año murieron 19 niños y siete adultos.
El 19 de septiembre de 2017, un sismo de 7.1 cimbró la Ciudad de México y dos edificios de esa escuela colapsaron por el sobrepeso de tres departamentos con jacuzzi, bañera y piso de mármol, "una construcción que nunca se debió construir", coinciden padres de las víctimas y autoridades.
La escuela estaba compuesta por tres edificios, pero durante el sismo uno colapsó totalmente (edificio 1) y otro de manera parcial (edificio 2). Éste actualmente está sostenido por cientos de polines. El tercero se mantiene en pie y también tiene palos de madera para evitar un derrumbe.
El 1 de septiembre, MILENIO hizo un recorrido en el Colegio Rébsamen. La calle Rancho Tamboreo, en la delegación Tlalpan, donde se ubica la escuela, estaba cerrada con un tapial que rodeaba toneladas de losas y escombros apilados.
Vecinos temían que el peso del cascote hundiera el pavimento y generara nuevas cuarteaduras en sus casas, por lo que exigían constantemente a las autoridades retirarlo.
El día del recorrido, desde una azotea, se lograron ver las butacas, tierra, losas y escombros apilados sobre la calle y el patio de un edificio aledaño, al que las autoridades le tiraron la barda para acomodar el cascajo.
Durante casi 11 meses, los trabajos de demolición y retiro de escombros estuvieron detenidos. Los padres de las víctimas temían se perdieran las pruebas para castigar a los responsables del colapso que mató a 26 niños y adultos.
Después de reuniones entre padres y autoridades, el 20 de agosto se iniciaron los trabajos para demoler el edificio 1.

Doce días antes de que se cumpliera un año de la tragedia, las autoridades terminaron la demolición, se llevaron los escombros del edificio 1, limpiaron la calle y el patio del predio aledaño al colegio, además de que se reabrió la calle Rancho Tamboreo al tránsito vehicular.

Los 920 metros cúbicos de escombro que estuvieron 11 meses sobre la calle fueron retirados en 17 días, cuando las autoridades tenían previsto hacerlo en ocho semanas, de acuerdo con la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México.
La dependencia reconoció en un comunicado que las losas y el escombro del edificio 1 “representaban un riesgo para los inmuebles colindantes y sus habitantes”.
A los edificios 2 y 3 no se les hizo nada “debido a la situación jurídica que guarda” el predio. De él, la Procuraduría recabó pruebas para buscar y detener a seis probables responsables del derrumbe, una de ellas es Mónica García Villegas, directora y dueña del colegio, quien ordenó construir los departamentos sobre los salones de clases.
Actualmente el Director Responsable de Obra del colegio, Juan Mario Velarde Gámez, está vinculado a proceso por el delito de homicidio, ya que, de acuerdo con la Procuraduría capitalina, dio su aval para que la dueña construyera dos niveles más en la escuela y habitar en esa área, además de que fue omiso en el cumplimiento de las normas en materia de construcción.

Ahora los vecinos proponen que en el predio se construya un parque en memoria de los 26 fallecidos, mientras que los padres de las víctimas exigen justicia y buscan garantías para que nunca vuelva a derrumbarse una escuela por falta de supervisión y protocolos.
jbh