Imaginar un material capaz de obtener agua directamente del aire, incluso en pleno desierto, parecía hasta hace poco una idea de laboratorio imposible. Hoy es una realidad. Las Redes Metal–Orgánicas, o MOFs por sus siglas en inglés, han hecho posible ese escenario, y su desarrollo llevó a Richard Robson, Susumu Kitagawa y Omar Yaghi a recibir el Premio Nobel de Química 2025. Su trabajo marca un antes y un después en la ciencia de los materiales.

Todos usamos materiales que absorben: la esponja de la cocina, los pañales que retienen líquidos o el carbón activado de los filtros de agua. Su eficacia se debe a que están llenos de diminutos poros que aumentan enormemente la superficie de contacto. Las Redes Metal–Orgánicas funcionan bajo un principio similar, aunque llevan la idea mucho más lejos. Son materiales con una estructura extremadamente porosa y una superficie interna tan grande que pueden atrapar gases, vapores o líquidos con gran precisión. Por eso se consideran aliados potenciales frente a problemas como la contaminación ambiental o la falta de agua potable.

Cuando la Real Academia Sueca de Ciencias anunció el premio, comparó a los MOFs con el famoso bolso de Hermione Granger, de Harry Potter: pequeños por fuera, pero con un espacio interior inmenso. En efecto, una sola cucharadita de MOF puede tener una superficie interna semejante a la de un campo de fútbol. Su secreto está en la forma en que están construidos: los átomos metálicos funcionan como puntos de unión, mientras que las moléculas orgánicas se enlazan entre ellos formando estructuras tridimensionales regulares, algo así como un entramado de piezas de LEGO a escala molecular. Gracias a esa versatilidad, los científicos pueden diseñar MOFs casi a la medida. Algunos atrapan moléculas de dióxido de carbono, otros vapores de agua, e incluso hay versiones capaces de modificar las moléculas retenidas dentro de su red. Hasta ahora se han descrito más de 90 000 tipos distintos, todos con propiedades únicas.

La variedad de aplicaciones de los MOFs es enorme, pero dos destacan por su impacto ambiental:
1. Captura de dióxido de carbono.
Ciertos MOFs son capaces de retener hasta un 8 % de su peso en CO₂, una cifra significativa en condiciones industriales. Empresas como Svante Technologies, en Canadá, ya los emplean en filtros capaces de capturar alrededor del 12 % de su masa en gas. Esta tecnología promete reducir de forma notable las emisiones de efecto invernadero
2. Obtención de agua en zonas áridas.
En regiones extremadamente secas —por ejemplo, el desierto de Mojave, donde la humedad puede caer al 10 %—, algunos MOFs pueden generar hasta un litro de agua por kilogramo de material al día. El propio Omar Yaghi ha expresado que esta tecnología podría permitir que el acceso al agua se reconozca como un derecho humano universal, una idea que, vista desde su infancia marcada por la escasez, adquiere una fuerza especial.
Los galardonados: ciencia con rostro humano
La historia personal de los tres premiados da contexto y humanidad a este reconocimiento.
Omar Yaghi, nacido en Jordania en 1965, creció en una familia numerosa y con recursos limitados. La falta de agua en su infancia lo marcó profundamente. Años más tarde, ya en Estados Unidos, canalizó esa experiencia en su trabajo como investigador en la Universidad de California, Berkeley. Hoy dirige el Bakar Institute of Digital Materials for the Planet, donde combina química e inteligencia artificial para enfrentar el cambio climático.

Richard Robson, originario del Reino Unido y profesor en la Universidad de Melbourne, fue uno de los primeros en demostrar, a finales de los años ochenta, que los iones metálicos podían enlazarse con moléculas orgánicas formando redes porosas. Su investigación fue pionera y sentó las bases de todo lo que hoy conocemos como química de los MOFs.

Susumu Kitagawa, profesor en la Universidad de Kioto, aportó algo fundamental: demostrar que estos materiales eran estables, flexibles y permeables a los gases. Sus estudios abrieron la puerta a su aplicación práctica y consolidaron su potencial industrial.

El Premio Nobel de Química 2025 no solo reconoce a tres investigadores, sino también a una forma de entender la ciencia: colaborativa, creativa y orientada a resolver los grandes desafíos del planeta. Los MOFs son, en el fondo, una demostración de lo que la química puede lograr cuando se combina la curiosidad humana con la imaginación. Lo que comenzó como una idea sobre cómo organizar átomos y moléculas terminó convirtiéndose en una herramienta que puede ayudarnos a respirar aire más limpio y a beber agua donde antes no existía.
Editores Científicos. Dr. Iván D. Rojas-Montoya, Dra. Sandra Marcela Rojas-Montoya.
jk