Tribuna

  • Editorial Milenio

En su cuenta de Twitter, Simón Levy, director general de la Agencia para la Promoción de Inversiones y Desarrollo de la Ciudad de México, invita a hacer llegar preguntas e inquietudes relacionadas con el proyecto de Corredor Cultural Chapultepec que él lidera. Recogiendo el desafío, aquí seis que se me vienen a la cabeza:

-¿Por qué se invita a participar ahora y no al inicio del proceso? Cuando la participación ciudadana se toma en serio, los distintos actores tienen la real posibilidad de incidir en los aspectos relevantes del proyecto, que son aquellos que se deciden antes de dibujar la primera línea. Ofrecer foros informativos ante hechos consumados difícilmente cae en el terreno de la participación, quizás en el del convencimiento por las buenas –antes de tirar a la pelea a los granaderos– de un proyecto que aparece como impuesto a la fuerza.

-¿Por qué no se hizo un concurso público de arquitectura? Más allá de que la ley o las malas prácticas arraigadas en la administración pública local faculten a la Agencia para designar a dedo al arquitecto a cargo del proyecto, cuando se trata de una propuesta de esta magnitud el concurso abierto de arquitectura deja de ser una opción para convertirse en una obligación. Por necesidades de transparencia, para ampliar el abanico de opciones a elegir, para abrir el ámbito de la obra pública a los que tradicionalmente no tienen el acceso a ella. Y aquí aparece otra pregunta: ¿por qué el despacho de Fernando Romero? ¿Acaso en México no hay arquitectos con mejor currículum que el del yerno del hombre más rico de la ciudad? Al paso que vamos, Romero será a la arquitectura lo que Sebastián a la escultura, y eso no pinta bien.

-¿Por qué no se exploraron otras alternativas? Si uno de los propósitos de la iniciativa es mejorar la conectividad entre la Zona Rosa y la Roma, poco se entiende la construcción de un programa en varios niveles entre ellas, que finalmente termina actuando más como barrera que como elemento de conexión. En este sentido, una propuesta congruente con este propósito debiera haberse enfocado en reforzar y mejorar las conexiones transversales (que hoy significan el cruce suicida de diez carriles para coches) en vez de plantear un proyecto que privilegia el recorrido longitudinal de la avenida, pero despegado de ella.

-¿Por qué la viabilidad financiera del rescate de la zona depende de la construcción de un centro comercial en altura? La propuesta presentada olvida que en Chapultepec ya existen construcciones, y que muchas de éstas se pueden reciclar o dar paso a nuevas edificaciones (no, no me opongo a eso). Un plan sensible, dotado de sentido común, no tapa lo existente, sino que aprovecha el potencial que puede encontrar, que en Chapultepec es gigantesco, por deteriorada que esté la calle. Preservar las construcciones valiosas, y dar incentivos normativos y fiscales para reciclar o botar aquello que puede dar lugar a algo que aproveche de mejor manera el potencial inmobiliario de la zona debieran haber sido las bases de una aproximación que a largo plazo puede ser incluso mejor negocio que el proyecto actualmente en discusión.

-¿Qué tan abierto está a escuchar nuevas propuestas? Levy señala que las contrapropuestas son bienvenidas. Sin embargo, una cosa es escuchar y otra muy distinta es estar dispuesto a realmente tomar en cuenta lo que esas contrapropuestas plantean. Somos varios los arquitectos, urbanistas y ciudadanos en general que hemos señalado que la solución para Chapultepec pasa por rescatar su condición de avenida, enriqueciendo el vacío como paisaje y como espacio de paso y detención. Ello se puede lograr con elementos muy simples: ampliación y mejoramiento de banquetas, mejoramiento de cruceros, disminución de carriles vehiculares (sí se puede), colocación de arbolado a la escala del lugar. Menos es más, decía el viejo Mies van der Rohe, que era un sabio. El mismo principio corre para el diseño del buen espacio público. Si la calle tiene dimensión y vocación de bulevar, entonces hagamos un bulevar con estos simples elementos. Los negocios, la inversión inmobiliaria, llegarán solos, tal como ocurrió en el muy buen proyecto de remodelación de la Alameda Central, que demuestra que las buenas referencias a veces están a la vuelta de la esquina.

-Vaya una última pregunta: ¿cuál es el apuro? Si Chapultepec ha aguantado años de olvido (reconozco a Levy el gran mérito de habernos hecho poner los ojos en esta avenida), bien se puede esperar un poco más para hacer las cosas bien: con participación ciudadana desde el inicio para decidir qué queremos hacer allí, con un concurso de arquitectura abierto para tener múltiples opciones para decidir, con una licitación pública de constructores y gestores inmobiliarios que despeje todas las suspicacias existentes alrededor del actual proceso. La ciudad y sus habitantes lo agradecerán.

@pedestre

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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