Cada año, el ser humano ha realizado grandes descubrimientos que nos han dado pistas sobre culturas y tradiciones pasadas, revelando así los diferentes estilos de vida de las sociedades antiguas y uno de esos hallazgos fue el asentamiento vikingo de Jórvik, localizado en York, Inglaterra, descubierto en 1972.
Éste, después de unos años, se convirtió en un museo que exhibe herramientas, armas, joyas, monedas, y toda clase de objetos vikingos, pero el objeto más impresionante y popular es otro: el excremento humano más grande del que se tenga registro.
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Con 20 centímetros de largo y 5 centímetros de ancho, el excremento fosilizado o coprolito de Lloyds Bank, fue valuado en 39 mil dólares en 1991, pues, según el doctor Andrew Jones, director del museo, dijo en entrevista con el Wall Street Journal es un objeto muy peculiar y "tan irremplazable como las joyas de la Corona".
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Todo iba bien, la pieza se había convertido en una de las más extrañas y populares del museo hasta que en 2003 ocurrió una tragedia. Durante un paseo escolar, un maestro tiró accidentalmente el excremento, causando que se rompiera en tres partes. Rápidamente, Gill Snape, un estudiante de curaduría, se encargó de pegarlo y ponerlo nuevamente en exhibición.
El verdadero valor de esta pieza es la información que dio sobre las costumbres alimenticias vikingas, pues en él se encontraron rastros de carne y granos, revelando que los vikingos casi no comían frutas ni verduras; de ahí que el coprolito alcanzara ese tamaño. Además, se encontraron cientos de huevos de tricocéfalos y gusanos, mostrando la falta de higiene que tenía esta sociedad.
RL