Antonio Chedraoui, arzobispo de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía en México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe, se caracterizó por ser un hombre conciliador y cercano a los círculos político y empresarial de México.
De acuerdo con el subsecretario de Asuntos Religiosos de Gobernación, Humberto Roque Villanueva, el arzobispo, que murió hoy a los 85 años de edad, era un hombre de una gran capacidad de reflexión, de conciliación y convocatoria.
“Siempre fue un partidario de la unidad, un hombre ecuménico, que podía establecer el diálogo con la Iglesia Católica, Luterana, un hombre de una gran capacidad de reflexión, de conciliación y convocatoria”, dijo en entrevista con Ciro Gómez Leyva para Grupo Fórmula.

Nacido en Trípoli, Líbano, el 17 de enero de 1932, Chedraoui llegó a México en 1966 para desempeñarse como vicario patriarcal y posteriormente como arzobispo. Tras 28 años de vivir en el país, decidió nacionalizarse mexicano en 1994.
Chedraoui se ha caracterizado por ser cercano a la política, pues ha tenido relación con la mayoría de los presidentes de Líbano desde 1950 a la fecha y en México ha tenido amistad con los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Vicente Fox, además de tener contacto con varios secretarios de Estado.
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Sus cumpleaños reunían a cerca de dos mil personas, entre ellas políticos como el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, así como empresarios como Ricardo Henaine, Miguel Torruco y Esteban Moctezuma.

En el ámbito internacional, tuvo amistades con los reyes de Grecia, Pablo y Federica, así como con presidentes de Venezuela, Argentina, Brasil y Chile.
Era considerado uno de los líderes más destacados de la diáspora libanesa en México y de otros países árabes.
Realizó sus estudios hasta el nivel medio superior en Líbano y posteriormente viajó a Grecia para inscribirse en la Universidad de Atenas, donde estudió la Licenciatura en Teología y Filosofía.
En 1952, Chedraoui se ordenó como diácono y seis años más tarde, ya ordenado sacerdote, recibió el nombramiento de archimandrita; es decir, monseñor.
Desde 1957 a 1959, se desempeñó como secretario particular del arzobispo de Trípoli y de 1959 a 1962 como secretario del patriarca, además fue vicario del Arzobispado de Monte Líbano y presidente del Juzgado Espiritual.
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