Tras las investigaciones sobre el caso de los nueve cuerpos encontrados en un vehículo en la carretera Cuacnopalan-Oaxaca, se determinó que cinco de los jóvenes son originarios de la entidad tlaxcalteca que habían vacacionado en las playas de Huatulco y Zipolite.
El secretario de Gobernación de Tlaxcala, Luis Antonio Ramírez, informó que la Fiscalía está recabando información con familiares de algunas de las víctimas que se han manifestado a través de las redes sociales.
Por su parte, las autoridades oaxaqueñas dieron a conocer que recibieron dos denuncias por la no localización de personas originarias de Tlaxcala, de las cuales fueron cuatro personas, tres de ellas continúan en calidad de desaparecidas y una más fue localizada con vida en Puebla.
Según la versión oficial su última localización fue en la región de La Costa, mientras que los casos fueron turnados a la Unidad de Personas No Localizadas y la Unidad de Búsqueda de Personas desaparecidas de la Vicefiscalía General de Atención a Víctimas y la Sociedad.
En este delicado asunto hay muchas cosas que todavía no cuadran, comenzando por el número exacto de cuerpos hallados en la unidad, y porqué sólo a una persona la liberaron en la carretera con vida.
Las declaraciones de una de las víctimas señalan a la policía de Huatulco como la que detuvo al grupo de jóvenes, para entregarlos a un grupo de la delincuencia organizada.
Guardando toda proporción, estamos ante un hecho que guarda algunas similitudes con lo ocurrido hace 10 años en Ayotzinapa, Guerrero, donde todavía no se aclara qué sucedió con los estudiantes desaparecidos.
Aunque mediáticamente no se le ha dado la relevancia a este tema, es evidente que la violencia en nuestro país alcanza a cualquiera. Este grupo de jóvenes fue con la intención de divertirse y terminaron en manos de los criminales.
En tanto, la Fiscalía General del Estado de Puebla dijo que no brindará información sobre el caso hasta que las investigaciones concluyan. Ojalá no se tarden casi 10 años como ocurrió con los normalistas.
