El de los infiltrados es un tema de película, pero también algo que ocurre en la vida real. Lo digo porque el gobierno de Estados Unidos reveló haber infiltrado al Cártel de Sinaloa, y con ello se hizo de información sobre lo que ocurre al interior de esa organización criminal. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mostró públicamente su desacuerdo con esa acción secreta del gobierno vecino por haber ocurrido sin que se les hubiera informado.
La verdad es que la infiltración a gobierno, empresas y organizaciones no es nada nuevo. De hecho es común, sobre todo para quien tiene recursos. Y estos infiltrados no siempre son del lado “bueno”, pues también el crimen organizado tiene a su gente metida del lado de la ley para pasar información.
El Ejército Mexicano, por ejemplo, tenía por lo menos a un militar infiltrado en la Normal de Ayotzinapa cuando en 2014 ocurrió la masacre de Iguala, que aún no se esclarece por completo. Del soldado infiltrado se sabe su nombre, Julio César López, y que anticipaba a sus superiores lo que harían los estudiantes. Pero de ese militar ya no se supo nada después del secuestro de los estudiantes.
En 2008 se supo que la entonces PGR estaba infiltrada por personas al servicio del crimen organizado, quienes daban pitazos sobre lo que hacía la dependencia encargada de combatir la delincuencia. Y en 2020 el gobernador de Jalisco dijo tener la presunción de que había elementos infiltrados en la Fiscalía del Estado, luego de que agentes de esa dependencia secuestraron y amenazaron a jóvenes que se dirigían a una manifestación en contra de esa dependencia.
Queda claro que es muy difícil evitar una infiltración, pero no imposible. Y para evitar que ocurra del lado gubernamental es necesario tener muchísimos controles, exámenes y protocolos, y eso es engorroso y cuesta, pero al final resulta necesario. Pero una cosa me queda clara: si el gobierno estadounidense se queda callado sobre infiltraciones al crimen organizado en México, es porque quiere los datos para sí solo, porque quién sabe de qué cosas se entera.
Lo ideal es que hubiera una cooperación excelente entre ambos lados de la frontera para poder vigilar, analizar, e incluso infiltrar al crimen organizado de manera conjunta. En lo personal desapruebo las acciones unilaterales en esa materia, porque son señales de la desconfianza entre ambas naciones, principalmente de sus gobiernos. Y eso no deja nada bueno.