Lo que se veía venir, ocurrió. Ayer cientos de migrantes centroamericanos (y probablemente muchos mexicanos entre ellos) intentaron entrar a la fuerza a territorio de Estados Unidos, lo que provocó una intensa movilización policiaca por parte de autoridades de México y Estados Unidos, con lanzamiento de gases lacrimógenos, disparos de balas de goma, y cierre de garita incluido.
El asunto anoche parecía estar controlado, con los migrantes involucrados dentro de los albergues de Tijuana, y con las autoridades mexicanas anunciando que tomarán medidas extremas, entre ellas la deportación, en caso de que se repitan incidentes como los de ayer.
El problema es que acciones como las de intentar cruzar la frontera a fuerzas se repetirán en los próximos días. ¿O acaso esperábamos que ocurriera otra cosa? Como país dejamos entrar a miles de migrantes, les abrimos el paso hacia la frontera norte, y los alojamos en la zona fronteriza. Y mientras los centroamericanos avanzaban, todos decíamos en voz baja que su aventura es una locura; que por supuesto que Donald Trump les impedirá entrar a Estados Unidos; y que seguramente la crisis estallaría en Tijuana. Y ocurrió.
Mucho se ha dicho que hay mano negra en la incursión migrante, y probablemente algo de eso hay; pero me parece que en México no supimos cómo manejar una crisis tan anunciada y tan previsible. Hace unos días mencioné en diferentes momentos que la Secretaría de Relaciones Exteriores del actual gobierno se había quedado callada entre las militarización estadounidense de la frontera; y que el próximo canciller tampoco había dicho algo al respecto. Tal vez con lo ocurrido ayer ahora alguien, de cualquiera de los dos gobiernos mexicanos existentes (PRI y Morena), salga de su letargo y ejecute alguna acción que realmente ayude a reducir una crisis tan terrible como la de los migrantes.
Porque lo cierto es que, por inexperiencia, inacción o premeditación, se le puso en charola de plata a Donald Trump la oportunidad perfecta para hacer lo que intentaba desde hace mucho tiempo: cerrar la frontera.
manuel.baeza@milenio.com
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