Política

Peña Bombón

“Peña bombón, te quiero en mi colchón”, era el grito que mujeres acarreadas -otras, no tanto- profesaban hacia el candidato del PRI al gobierno del Estado de México en el 2005. El ex miembro del equipo de gobierno de Arturo Montiel era la carta del Grupo Atlacomulco para poder detener la locomotora preparada por Vicente Fox quien, harto de Montiel y de Madrazo, intentaba obtener el control del campo de votos más importante del país ante lo que sería la batalla del 2006 entre López Obrador y el PAN.

Peña no se inmutaba. Pulcro hasta el hartazgo, el candidato tuvo una campaña ganadora en acción y eficiencia. Compraron hasta los derechos de la canción Soy Rebelde de RBD -con los enormes recursos financieros del PRI- para sus spots de radio.

Por supuesto ganó y sería el principal engrane de la campaña de Arturo Montiel a la presidencia de no habérsele cruzado Víctor Trujillo y la mano amiga que descarrilo sus aspiraciones con documentos que mostraban actos poco transparentes.

La caída de Montiel fue el ascenso de Peña pues, sin sombra, comenzó a crecer en influencia y poder. La división entre chairos y fifís que se arrastra desde entonces convirtió al gobernador mexiquense en el interlocutor necesario para Calderón y en el virtual candidato priista para 2012. No hay que olvidar que amplios sectores de la población decidieron apoyarlo ante el desastre panista y el discurso divisionista y circular de López Obrador.

El mayor escándalo de esa era fue un evento que parecía pequeño, terminó en crecimiento imparable por el morbo y la torpeza de Alberto Baz Baz: una niña desaparecida que terminó asfixiada entre sus sábanas, según la versión oficial. La niña Paulette no logró desaparecer la popularidad de Peña pero demostró que tenía un burdo control de crisis.

Peña Nieto ganó con un equipo que se decía ganador y un alegato de fraude característico de AMLO, esto sin obviar sus dislates de campaña como la debacle en la Ibero y el surgimiento del movimiento estudiantil Yo soy 132. A propósito, muchos de sus miembros son, hoy, flamantes miembros de la dorada burocracia amloista.

El gobierno de Peña parecía imbatible en los primeros tres años y medio de gobierno. Había logrado tranzar con los partidos políticos reformas en distintos vectores de la vida nacional, la inseguridad no era tema pese al infierno michoacano y la captura del Chapo -quien se fugaría y sería capturado de nuevo-, sus críticos estaban disminuidos o exiliados y los pleitos que llenaban los periódicos eran entre los dos que sonaban para sucederlo, un Videgaray déspota y un Osorio con claroscuros. López Obrador iba de pueblo en pueblo de la mano de César Yañez en intento de confeccionar una nueva fuerza política.

Pero llegó el segundo semestre de 2013. La impericia de respuesta en Ayotzinapa y la investigación de Daniel Lizárraga, Irving Huerta, Sebastián Barragán y -sobre todo- Rafael Cabrera terminaron enterrando el sexenio bajo una Casa Blanca que ejemplificaba la corrupción del sexenio.

La línea discursiva nacional viró entonces a una dirección que Peña nunca pudo superar: una administración chueca, frívola y lejana contra un político que, paciente, sonreía de forma socarrona como diciendo “se los dije”.

El PRI tomó el camino menos priista y nominó a un no priista -o eso decía- a competir contra López Obrador quien, en campaña, mostró un camino más suave a las ideas más viejas. Con chistes y carisma, ganó el hoy presidente y Peña capituló al poder.

Ahora, el karma le ha llegado hasta España, donde radica.

Veamos si logra terminar este capítulo sin pisar la cárcel o sin dinamitar, antes, todo el país.

Gonzalo Oliveros

Google news logo
Síguenos en
Gonzalo Oliveros
  • Gonzalo Oliveros
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.