La decoración mural de la actual Biblioteca Iberoamericana es un trabajo poco conocido y menos difundido, no obstante que se trata de la obra mural más ambiciosa realizada durante los primeros años del muralismo en nuestra ciudad.
La decoración de la entonces aula mayor de la universidad fue encomendada por el gobernador José Guadalupe Zuno a David Alfaro Siqueiros y Amado de la Cueva; de acuerdo con Jean Charlot “Amado proyectó la obra y Siqueiros se unió a su amigo como ayudante. Esta humildad intencional en el obstinado y decidido Siqueiros, muestra cómo era sincera su creencia en lo insignificante del individuo, y su fe en la validez de un arte colectivo.” El tema desarrollado es: “Ideales agrarios y laboristas de la Revolución de 1910”; el muro oriente, lugar que ocupaba el coro, está presidido por Emiliano Zapata y frente a él en el muro poniente hay un obrero vestido de overol, sus hijos que hacen tareas escolares y en los extremos de la pirámide están los trabajadores que arrodillados y sobre sus espaldas cargan a un militar y a la iglesia; del lado sur los muros fueron dedicados a los sindicalistas, los alfareros, los albañiles y los mineros; del lado norte está explicita la unión obrero-campesina en muros dedicados a la industria azucarera, la siembra del trigo, siembra del maíz y las actividades del ingeniero extensionista en alusión al reparto agrario. Para su realización se usaron dos colores el rojo indio y negro como símbolo del derecho de huelga, en la forma utilizaron el estilo de los códices mesoamericanos con figuras sintéticas y elementos ornamentales simbólicos que adjetivan escenas de fraternidad y trabajo; plantas de maíz y de caña de azúcar, mezcladoras de cemento, molinos, palas, coas, hoces, guadañas, nubes, soles, estrellas y montes, se combinan en armoniosa sinfonía de líneas y curvas que acentúan el espacio en el que obreros y campesinos de overol y calzón de manta trabajan diariamente. El mensaje es directo: Zapata, el campesino y el arado son la santísima trinidad campesina; los trabajadores llevan sobre sus hombros al ejército y a la iglesia; la unión de obreros y campesinos es la fuerza de los que sólo tienen por capital su fuerza de trabajo. En la nueva era propiciada por la revolución social recién concluida, la vida se sostiene con la fructífera relación de la naturaleza, el hombre y sus máquinas; son también evidentes los usos ideológicos de la hoz y el martillo símbolo del partido comunista y la estrella roja por aquella época utilizada por la cuarta internacional o partido de los trabajadores. El tema, ilustra de alguna manera las consignas aprobadas por el II Congreso Nacional del Partido Comunista de México realizado en el distrito Federal en abril de 1925, donde la cuestión principal fue la búsqueda de nuevas vías de la militancia con las masas trabajadoras para contener a la CROM.
En cuanto a la técnica empleada, los artistas utilizaron la pigmentación de los decorados teotihuacanos, la grafía de los códices y la síntesis propuesta por los pintores vanguardistas, estas últimas evidentes en la monumentalidad de las figuras humanas y la geometrización del paisaje propuestas por el pintor FernandLéger (1881-1955), difundidas en México por la publicación El universal ilustrado. Para la pintura jalisciense, este mural representa una culminación en la búsqueda de los nuevos caminos de la plástica, iniciada en los años del Centro Bohemio.