Ciudad de México /
No es posible registrar la totalidad de la narrativa mexicana publicada durante el año que se va, como no fue posible leer siquiera una porción significativa de esa totalidad. El lector debe por tanto mirar este paisaje con la indulgencia de quien no aspira a tener un atlas frente a sus ojos y muchos menos una visión que colme sus ambiciones. Los libros de cuentos, las novelas, se reproducen con alegría duradera y las editoriales responden a esa multiplicación con ánimo ecuménico. El signo es el de la sobrepoblación y no queda más que atisbar a través de una rendija.