Por primera vez en décadas, los principales sitios de atracción de París están cerrados durante tres días debido al luto nacional ordenado por el presidente François Hollande, a raíz de los atentados terroristas que provocaron la muerte a 132 personas y dejaron heridas a 352 más.
París es una ciudad que recibe 30 millones de visitantes por año y pasa este fin de semana con sus más de 150 museos cerrados al público y fuertemente vigilados.
Terrazas vacías, restaurantes sin clientes, cancelaciones de hoteles, vuelos suspendidos, demoras en los controles migratorios, policías y militares por todos lados es el panorama que los turistas que por alguna razón llegaron este fin de semana se encuentran.
Elena y Javier, dos mexicanos de Nuevo León, vinieron a París con la expectativa de disfrutar su luna de miel en un viaje que incluía Barcelona, Roma, Ámsterdam, y subir a la torre Eiffel era su regalo de bodas.
"Siendo de Monterrey, esto de la seguridad no es nuevo para mí, pero sí es triste no poder visitar los museos, aunque entendemos y compartimos el luto por lo sucedido", dice Elena.
Desde Barcelona se enteraron de lo ocurrido pero eso no los hizo desistir de continuar el viaje, aunque reconocen que sienten temor por la situación que vive la ciudad.
En cambio, quienes no supieron de los atentados sino hasta su llegada a París, el sábado, fue un grupo de amigos que hizo escala de regreso de India rumbo a Guadalajara, su ciudad de origen.
Dentro de ellos, Luisa dice estar muy triste porque no pudieron entrar al Louvre y tampoco lo harán a otros museos, porque también están cerrados el Centro Pompidou, el Museo Orsay y el de la Orangerie, algunos de los más populares de esta ciudad.
Miguel Fuentes, un cubano que estudia el doctorado en ingeniería biomédica en la Universidad de Lovaina, vino a París la misma noche de los atentados y aunque una amiga le avisó de lo ocurrido, él ya se encontraba a bordo del tren. El domingo por la mañana quiso subir a la torre Eiffel pero debió conformarse con una selfie a las afueras del emblemático edificio, porque también se encuentra cerrado al público.
La aviación contraataca
Aviones franceses bombardearon ayer con intensidad el feudo del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en Raqa, en el este de Siria, en una primera respuesta a los atentados en París reivindicados por los yihadistas. Doce aparatos, entre ellos diez cazabombarderos, lanzaron una veintena de bombas destruyendo un puesto de mando y un campo de entrenamiento, anunció el ministerio de Defensa galo.
"El primer objetivo destruido era usado por Dáesh (acrónimo en árabe del EI) como puesto de mando, centro de reclutamiento de combatientes yihadistas y depósito de armas y municiones. El segundo albergaba un campo de entrenamiento terrorista", precisó el ministerio, añadiendo que "los objetivos fueron previamente identificados".
A su vez, la policía difundió ayer la foto de un presunto implicado en los atentados en París, bajo orden de arresto internacional, y concentra ahora su investigación en Bélgica, país donde sospechan que se planificaron los ataques.
El sospechoso es Salah Abdeslam, 26 años, considerado "peligroso" y quien residía en Molenbeek, barrio popular de Bruselas donde al menos cinco personas fueron detenidas desde los ataques.
Al respecto, la agencia de noticias AP informó ayer, citando fuentes oficiales, que la policía francesa dejó ir sin saberlo a Salah Abdeslam, supuestamente el octavo terrorista y único de los responsables de los atentados de París que sigue vivo o en libertad, el cual cruzó la frontera tras los ataques luego de que agentes comprobaran sus documentos en un puesto de control en el límite franco-belga.Se trata del hermano de Ibrahim Abdeslam, el terrorista que se suicidó cerca del café Comptoir Voltaire, se dirigió a Bruselas en un Volkswagen Polo que fue usado en los ataques.
Siempre según AP, funcionarios en París ya habían identificado a Salah, pero la información no se transmitió a tiempo a los responsables de la realización de los controles fronterizos.
Al percatarse del error, la policía francesa alertó a las autoridades belgas, pero el yihadista ya había abandonado el coche en Molenbeek, un suburbio de Bruselas conocido como "la capital de la yihad (guerra santa) en Europa" y se perdió su pista.
Los ataques del viernes, con saldo de 132 muertos y 350 heridos, ocurrieron en forma simultánea en varios puntos de París, cuando hombres armados con rifles Kalashnikov ametrallaron a personas que estaban en las terrazas de varios cafés e ingresaron a un concierto de rock, en el célebre salón El Bataclán, donde causaron 89 muertos antes de hacerse estallar con explosivos.
La investigación apunta ahora a Bélgica, donde a inicios de semana se alquilaron dos de los vehículos que fueron usados en los atentados. Uno de ellos (un Seat negro) fue hallado ayer en las afueras de París con armas dentro. El otro (un VW Polo) fue descubierto cerca de El Bataclán.
Cientos de personas dejaron ayer flores, velas y mensajes en los sitios de los atentados.
En la céntrica plaza de la República, convertida en mausoleo improvisado de recuerdo a las víctimas, se vivió una breve estampida humana por una falsa alarma, signo del nerviosismo de los parisinos tras los ataques.
De los siete suicidas que participaron en los ataques tres ya fueron identificados y son franceses, de 20 a 31 años. Según las autoridades habría en el EI hasta 4 mil franceses de origen árabe convertidos a la yihad y que viajaron a Siria e Irak para combatir. De ellos, de "200 a 300" regresaron a Francia.
Dos de los kamikazes identificados vivían en Bruselas, uno en el barrio de Molenbeek. El tercer suicida identificado es Omar Mostefai, 29 años, que participó en la masacre de El Bataclán.
El barrio de Molenbeek se ha convertido en lugar de tránsito de yihadistas como Mehdi Nemmouche, responsable de la masacre en 2014 del museo judío de Bruselas.
También se halló un pasaporte sirio cerca del cuerpo de uno de los suicidas del estadio y pertenece a un migrante que llegó a Europa a través de Grecia el pasado 3 de octubre.