Entre los éxitos latinoamericanos que llegaron con el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) se encuentra Gilda, no me arrepiento de este amor dirigida por Lorena Muñoz.
Llevar a la pantalla grande la vida de un personaje nunca es fácil. Hay factores de por miedo que dificultan todo el proceso, empezando por el personaje del que se trata (histórico o ícono popular); además de tomar en cuenta la sobrevivencia de la familia y la cesión de derechos, aunado a los retos que representa en cuestiones de producción, el estilo del director y la visión que tenga del personaje y la que pretende para la cinta.
Cualquier biografía –escrita o filmada- atraviesa por las mismas etapas: nacimiento, crecimiento, rescate de hechos significantes, culmen de carrera, muerte. Y mucho depende del autor para que la representación de estas etapas no recaiga en lo monótono y lo aburrido. Lorena Muñoz (Argentina) tuvo que enfrentarse a estos factores para resucitar a Gilda, famosa e icónica cantante de cumbia argentina, fallecida en un trágico accidente en 1996.
Gilda, cuyo nombre real es Miriam Alejandra Bianchi, nació en Argentina en octubre de 1961 y murió el 7 de septiembre de 1996 en un accidente de carretera cuando regresaba de un concierto. En la lista de los fallecidos también se encuentran tres integrantes de su banda, su madre, su hija mayor y el chofer. Sobrevivió su hijo, que quedó satisfecho y conmovido con la representación que Lorena Muñoz hizo de su madre, según contó la directora después de la proyección de la película. En la misma, nos relata la crisis existencial de Miriam (protagonizada por Natalia Oreiro), casada y con dos hijos, y su búsqueda por lograr hacer algo trascendente que la haga sentir orgullosa de sí misma. Y lo logra a través de uno de su gran sueño: la música, pasión heredada de su padre, su gran héroe.
Después de una audición, en la que no creyó, su fichaje y varios intentos por formar una banda profesional a lado de su compañero “Toti” Giménez, después su marido, y algunos pequeños fracasos, logra ganarse un lugar dentro del ámbito musical argentino, alcanzando la publicación de cuatro álbumes de estudio, siendo el último “Corazón Valiente” Disco de Oro en Argentina y Doble Platino.
Muñoz cuenta que le llevó alrededor de 5 años la realización de este proyecto, del cual casi un año lo dedicó a pláticas con la familia y los abogados para asegurar la cesión de los derechos con la promesa de respetar la figura de Gilda y la de todos los involucrados en su vida. Para Muñoz, también significó una oportunidad de aclarar los rumores y mitos que se crearon alrededor de la cantante a raíz de su muerte.
Hablando de algunos aspectos de la producción, Lorena Muñoz revela que para lograr un trabajo más puro, la misma Natalia Oreiro, la protagonista, accedió a cantar para las tomas de los conciertos, en las que participan miembros de la banda sobrevivientes del accidente, un gesto que significó mucho para todo el equipo de producción, pues como bien señala la directora, “era revivir a Gilda, revivir los conciertos, su música, su voz, y el accidente, y eso requería mucho respeto y contención emocional para todos”.
Lorena Muñoz considera que esta película además de reivindicar la figura de Gilda, ha ayudado a sanar las heridas que dejó en los involucrados esta tragedia, especialmente para su hijo, que después de 20 años ha vuelto a hablar de su madre y de su familia y con quien la directora ha logrado formar una amistad.
Viviana Stallone, productora de la película, considera importante mencionar que “después del accidente sobrevivieron los músicos y son ellos los que actúan en la película, se encontraron 20 años después en el mismo estudio para filmar y para grabar el disco con los temas”.
Guillermo Berezñak, productor de audio de Gilda, también considera que es un proyecto de mucho compromiso, porque entra en la vida de personas reales y es algo muy lindo, porque nos da a conocer la vida de una artista muy reconocida, que sigue vigente, que se escucha para bailar.
SRN