Alguna vez, entre colegas tratábamos de dilucidar cual, entre los muchos que padece, es el mal más grande que tiene México. Las respuestas, variopintas: la pobreza, mala calidad de la educación, inseguridad, pésimos servicios públicos, atraso agrícola... y usted agréguele.
Al final, creo que coincidimos es que todos estos problemas tienen una raíz común, la madre de todos los males: la corrupción.
Estamos ante la lastimosa realidad de que el cáncer de la "mordida" ha devorado históricamente a las instituciones y nuestra sociedad toda desde sus entrañas, (para documentar nuestro pesimismo, está el Índice de Percepción de la Corrupción en el sector público, elaborado por Transparencia Internacional y difundido a principios de este año, en el que México cayó 28 posiciones).
En ese contexto, desanima que el Sistema Nacional Anticorrupción (la tenue luz al final del socavón) y sus versiones tropicalizadas sean un asunto político. Por algo 19 de las 32 entidades federativas del país aún no lo han hecho. Que a nivel federal la cabeza del SNA sea objeto de negociación y que en los estados no queden muy claros los criterios para nombrar titulares y magistrados, llama una vez más a la incredulidad. Los encargados de cazar mordelones podrían estar chimuelos, y si la sanción por corromperse es menor que la ganancia obtenida, estonces hay un incentivo perverso. La corrupción tiene una hermana llamada impunidad.
Tratando de abonar a las soluciones, si "transare humanum est", ¿deberían las máquinas controlar nuestro mexicano impulso de hacer chanchullo? Tal vez la idea no es descabellada. Hacer plena realidad el "Gobierno Digital", sería un buen principio. Llegar al gobierno abierto (totalmente) a través de las plataformas de transparencia, pero principalmente al punto en el que todos los trámites de la ciudadanía, y la famosa licitación en materia de adquisiciones y obra pública sean en línea, sería un pequeño pero importantísimo paso.
Aquí en el Estado de México, una de las metas del Gobierno, dice, es "avanzar hacia un verdadero Gobierno Digital (...) con esto, la función pública se vuelve más eficiente en términos de tiempo, servicio y capacidad de respuesta, para mejorar el acceso a la transparencia..."
Y en otros niveles se propone, "el uso de las tecnologías de información y de comunicaciones en la Administración Pública Federal para (entre otras cosas) coadyuvar a transparentar la función pública (...) y, en su caso, detectar con oportunidad prácticas de corrupción"
Pero en eso de detectar oportunamente, con todo y las máquinas de nuevo topamos con pared, porque serán muy incorruptibles pero las operan personas de carne y hueso. El botón de muestra, el "topo" de la SEP que ha dado al traste con la fiabilidad de CompraNet, al subir a licitación un contrato de voz, datos e internet asignado directamente.
Seguimos en el hoyo. Como epitafio pudiera inscribirse el dicho presidencial de que "en corrupción, no hay nadie que pueda atreverse a arrojar la primera piedra".
