Cuando en 1954 se estableció la Enmienda Johnson, no se creyó que las Iglesias se inscribirían en la Sección 501, toda vez que su función pública y privada no es la participación en campañas políticas ni las declaraciones a favor de tal o cual candidato. La Enmienda Johnson entró al Comité y fue adoptada cuando se unieron –dice Frank Pavone- las versiones de la ley de impuestos del Senado y del Congreso estadunidense.
En un país como Estados Unidos, la Iglesia Católica está exenta del pago de impuestos hasta por más de mil millones de dólares, gracias a la Enmienda Johnson pero no es la única institución que lo hace. En el Desayuno Nacional de Oración, hace casi dos semanas, el presidente estadunidense declaró: “Voy a librarme y voy a destruir completamente la Enmienda Johnson y voy a permitir que los representantes de la fe hablen de manera libre y sin miedo a represalias. Lo voy a hacer”. El tema parece no ser esa exención de estos impuestos, sino la limitación que conlleva para la libertad de expresión. Tal libertad pareció llamar la atención más de los evangélicos y cristianos en Estados Unidos que simpatizaron durante toda la campaña de Trump.
En un país tan profundamente creyente, las instituciones religiosas se convierten en estratégicas y elementos coadyuvantes para muchas políticas. En este sentido, el 3 de enero de este año, el centro Pew Research publicó un estudio sobre la composición religiosa en la 115 legislatura del Congreso estadunidense. Titulado Faith on the Hill. The religious composition of the 115th Congress, el estudio asegura que el 91 por ciento de los congresistas se declara abiertamente cristiano. De los 293 republicanos elegidos, sólo hay dos judíos, Lee Zeldin de Nueva York y David Kustoff de Tennesse. De los 242 congresistas demócratas, el 80 por ciento se declara cristiano, además de 28 judíos, tres budistas, tres hindúes, dos musulmanes, así como una congresista declarada no religiosamente afiliada.
De resaltar es la afirmación del estudio, al advertir que el Congreso –al igual que la nación- se ha convertido en mucho menos protestante con el tiempo. El porcentaje total de protestantes en el Congreso se ha reducido del 75 por ciento en 1961 (al inicio del 87° Congreso) al 56 por ciento en la actualidad. Durante este período, la proporción de católicos en el Congreso ha pasado del 19 por ciento al 31 por ciento, dice el estudio. Por su filiación partidista, dos tercios de los republicanos son protestantes (67 por ciento), mientras que el 27 por ciento son católicos. En el otro partido, el 42 por ciento de los miembros son demócratas son protestantes y el 37 por ciento son católicos.
En este contexto, gobernar no será fácil aunque cuando se tenga mayoría republicana. Si bien el estilo del mandatario estadunidense no es el del diálogo y negociación, la religión y fe en los Estados Unidos serán un tema constante en el la agenda política de la nación más poderosa del mundo, en la definición de políticas públicas y en el tema de la libertad de expresión y la exención de los impuestos.
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