Ayer, el espacio fue insuficiente. Ayer, fue el día esperado, el más anhelado, el día del perdón y de la libertad. Uno a uno, los minutos pasaron y el arribo de cerca de medio millón de personas, se concretó en tres espacios geográficos al oriente de la ciudad de Guadalajara: el de las colonias Hermosa Provincia, Mtro. Aarón Joaquín y El Bethel.
La Santa Convocación, que inició el día 1 de agosto con el año nuevo espiritual, tuvo su cénit en la Santa Cena, que es el recuerdo de la muerte de Jesucristo, porque cada vez que participan de este acontecimiento, el creyente de la Luz del Mundo vuelve a tener comunión con Jesucristo y, al mismo tiempo, anuncia a todos aquellos que no comparten su fe, que habrá una segunda venida de Jesucristo pero ahora para llevar consigo a todos los que creyeron en él en este tiempo. Esta es la esencia de la fe cristiana y de la prédica apostólica de la Iglesia del Dios Vivo Columna y Apoyo de la Verdad, La Luz del Mundo.
En el evento, en las sedes simultáneas, en las calles, en los espacios insuficientes, en la grandeza y el crecimiento de la Iglesia La Luz del Mundo, en el orden, en la organización, en la toma de decisiones, en el aquí y en el ayer, llegó el momento de la oración que tanto se esperaba, que tanto se anhelaba. La oración que renueva el pacto de Cristo para vida eterna con su Iglesia; la oración que se sabe, por la fe, facultada para perdonar los pecados; la oración que acerca al creyente con su Dios; la oración que legitima al integrante de la Luz del Mundo para ser parte de este evento. Fue la oración del apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín García, la que por primera vez se elevo en el marco de la Santa Cena en Hermosa Provincia, a favor de los miles de creyentes, tanto los asistentes como los ausentes.
Y tras la oración, fue la paz. Y después, el llanto, y antes también. Y más tarde, la participación de un sorbo de jugo de uva sin fermentar y de un pan ácimo. Y desde las 15:00 horas en que dio inicio la Santa Cena, hasta llegada la media noche, se sintió más que nunca y sobre todo desde aquella madrugada del 14 de diciembre del año pasado, la seguridad que en el aprisco, halla la Iglesia. Ayer, Hermosa Provincia se cimbró y parecía que la tierra temblaba. Ayer, ni el sol inclemente ni la amenaza de lluvia, impidieron que cerca de quinientas mil personas, se unieran en un solo pensamiento, con un solo propósito, en una sola fe, creyendo solo en Cristo y en Dios a quienes adoran todo el tiempo. Ayer, el paso del tiempo fue inevitable pese a la alegría, a la paz, al sentimiento de unión que deseaba poder detenerlo. Ayer, el recuerdo del dolor desapareció por completo porque una vez más, la comunión con Cristo fue posible.
La Luz del Mundo celebró así una vez más, la Santa Convocación ahora bajo la administración apostólica del hermano Naasón Joaquín García, la primera Santa Cena bajo su dirección y bajo su autoridad. Esto fue la fiesta más grande de toda la Tierra.
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