La corporación liderada por Tim Cook abrirá una Apple Store en México, el próximo 24 de septiembre. Será, según parece, la primera tienda en América Latina. Muy bien, pero me hago un par de preguntas, vistas las circunstancias: ¿habrán los inversores sopesado las consecuencias que el posible triunfo de Trump tendría para su negocio? Y, segundamente, ¿esperan alcanzar voluminosas ventas con un dólar que ya ha sobrepasado la barrera de los 20 pesos?
El adversario de Hillary Clinton se ha cansado de advertir que el North American Free Trade Agreement (Nafta) es muy perjudicial para la economía de su país y que va a renegociar los términos del tratado. En otras palabras, impondrá barreras comerciales —bajo la forma de aranceles, muy seguramente— a los productos que México exporta a los Estados Unidos. En respuesta a tan poco amistosa disposición, el Gobierno mexicano hará algo parecido —suponemos— y todos esos artículos gringos que ahora adquirimos alegremente, libres de gravámenes, tendrán un sobreprecio que nos resultará muy disuasorio.
Las iPad se ensamblan en China, desde luego, pero las vende una empresa estadounidense que, me imagino, será una de las muchísimas perjudicadas por la guerra comercial que pretende acometer el candidato del Partido Republicano. O sea, que los Buick y los iPhone y los Cadillac y los Boeing y los Caterpillar que queramos comprar nos van a costar mucho más caros y, luego entonces, los exportadores de allá tendrán menos ventas. ¿Alguien se lo habrá ya dicho en su cara a Trump o, más prudentemente, susurrado al oído?
El tipo, para sustentar sus designios, señala que México está sacando provecho de la relación comercial. Es una declaración de dimensiones históricas, señoras y señores, una observación absolutamente maravillosa. Porque, miren ustedes, hasta ahora, los quejicas éramos nosotros: denunciábamos, una y otra vez, la intrínseca maldad del “imperialismo yanqui”, la explotación de nuestros recursos y las exacciones perpetradas contra nuestro país. Pues, ya no. Hoy es al revés: ¡somos nosotros quienes les tomamos el pelo a ellos! ¡Quién lo hubiera pensado!
Agradeciéndole a The Donald este giro copernicano, espero de cualquier manera que no gane: no quiero pagar 50 mil pesos por mi próxima MacBook.
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