El nombramiento de cardenales en la Iglesia católica es importante por varias razones. La primera es que si la designación se dirige hacia alguien que tiene menos de 80 años, se le está convirtiendo en un posible elector del próximo papa. La segunda es que, por lo mismo, el personaje en cuestión deviene alguien que, por lo menos protocolariamente, pasa a estar en los lugares de precedencia en la institución. Por el hecho de convertirse en miembro de un cuerpo de asesores del pontífice (el Colegio Cardenalicio), adquiere también un estatus mayor. Y, finalmente, en la medida que los cardenales han tendido a elegir a uno de ellos a la sede pontificia, también se vuelve un posible, aunque no necesariamente probable, candidato. En términos canónicos y pastorales, hay que recordarlo, un cardenal no es más importante que cualquiera de sus hermanos obispos y, de hecho, no se requiere ser un prelado para llegar a serlo. Pero ciertamente su peso, que por lo demás suele estar ligado al de una metrópoli o a algún cargo importante dentro de la Curia romana o gobierno de la santa sede, suele aumentar de manera inevitable.
Así que el nombramiento de Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, como uno de los 17 nuevos cardenales de la Iglesia católica, viene a fortalecer la presencia de mexicanos en dicho colegio. Hasta ahora (sin contar a Carlos Aguiar), hay cinco cardenales mexicanos, pero solo tres son posibles electores, pues ni Juan Sandoval Íñiguez ni Javier Lozano Barragán pueden serlo, en la eventualidad del deceso del papa Francisco. Quedan entonces Alberto Suárez Inda, de 77 años, Norberto Rivera, de 74 y José Francisco Robles Ortega, de 67 años.
El arzobispo de Tlalnepantla es un hombre de sólida y ortodoxa formación dentro de la Iglesia católica. Desde los 11 años ingresó al seminario menor y a los 19 fue de los últimos que ingresaron al Seminario Montezuma, en Nuevo México, dirigido por los jesuitas. Ha hecho carrera fulgurante, tanto en el Episcopado Mexicano como dentro de los órganos de la Coordinación de Obispos de México y América Latina (CEM y Celam). Como tal, se acercó demasiado al poder político, particularmente al entonces gobernador Enrique Peña Nieto. Ya lo veremos, pero pudiera ser que este movimiento sea de preparación, para lanzarlo a la Arquidiócesis de México, ante la muy anunciada salida de Norberto Rivera, dentro de unos meses.
roberto.blancarte@milenio.com