El anunciado viaje del papa a México viene a calmar los ánimos de católicos y nacionalistas. ¿Cómo que el papa no quería venir a nuestro país? ¿Si ya le había dicho al presidente Peña Nieto que sí iba a venir, aunque no le dijo cuándo? ¿Por qué a nosotros no, mientras que a brasileños, ecuatorianos, bolivianos y paraguayos sí? ¿Qué tiene Cuba que nosotros no tengamos? ¿Si ellos no pasan de ser 5 millones de católicos y nosotros casi 100? ¿Si hasta a los gringos fue a ver primero? La verdad es que el desdeño de Francisco se veía ya como una afrenta y la explicaciones se regodeaban en la especulación más variopinta. Así que el anuncio formal de la visita deja finalmente tranquilos a los mexicanos, heridos en su orgullo. De todas maneras, las preguntas son las mismas: ¿a qué viene el papa a México? ¿Por qué ahora y no antes? ¿Qué temas va a tocar?
¿Cuál es o ha sido, hasta ahora, la lógica de los viajes del papa Francisco? En 2013, año de su elección a la sede pontificia, Francisco viajó en primer lugar a Brasil, del 22 al 29 de julio, para celebrar las Jornadas Mundiales de la Juventud. Tomando en cuenta que Brasil es el país con más católicos en el mundo y que desde Juan Pablo II era una tradición que el papa asistiese a dichas jornadas, el gesto se puede entender. Antes y después Francisco se quedó más bien haciendo viajes cortos en Italia, como el que hizo significativamente el 8 de julio a Lampedusa, isla que estaba siendo testimonio de las migraciones masivas provenientes de África. En 2014, el papa hizo una peregrinación (todos los demás han sido calificados como viajes apostólicos) a Tierra Santa (Jordania, Palestina e Israel) del 24 al 26 de mayo, a la República de Corea del 13 al 18 de agosto, a Albania el 21 de septiembre, al Parlamento Europeo y del Consejo de Europa en Estrasburgo, el 25 de noviembre y a Turquía unos días después, del 28 al 30. Los viajes en 2015 han sido a Sri Lanka y Filipinas del 12 al 19 de enero, a Ecuador, Bolivia y Paraguay del 5 al 13 de julio, y a Cuba y Estados Unidos del 19 al 28 de septiembre.
El común denominador de estos viajes apostólicos no es entonces el de ser países católicos, sino de tratarse de países emblemáticos en términos de los graves problemas políticos y sociales que afectan al mundo. El papa, en suma, no está preocupado tanto por los católicos, sino por la situación mundial: guerras con contenido religioso, migraciones masivas y refugiados, pobreza, desigualdad, deterioro ambiental y del papel de la Iglesia en todo esto. Por eso no había venido a México. Pero estando aquí, de eso va a hablar.
roberto.blancarte@milenio.com
 
	