Justo en el mes en el que millones de causantes mexicanos cautivos debemos pagar los impuestos anuales, con la guillotina fiscal puesta en el cuello, sale a la luz una información sobre los millones de dólares que empresarios, artistas, funcionarios, contratistas, estrellas del deporte, narcotraficantes y algunos políticos mexicanos han depositado en un paraíso fiscal para evadir impuestos, ocultar el origen de sus recursos y evitar el rastreo y seguimiento de los mismos.
Los Papeles de Panamá ponen al descubierto la forma en que el despacho Mossack Fonseca, una de las cinco firmas más grandes del mundo para crear empresas offshore (empresas que obtienen sus recursos fuera del lugar donde están registradas), ayudó a ocultar, esconder y evadir impuestos a personajes multimillonarios de diversos países, como Vladimir Putin, el rey Juan Carlos de España, Cristina Kirchner y otros funcionarios de naciones europeas y latinoamericanas.
De la lista de mexicanos, el nombre que más llama la atención es el dueño de la constructora Higa, Juan Armando Hinojosa, que en una sola operación trianguló 100 millones de dólares utilizando nombres de otros familiares cercanos y paseando el dinero por diversos países, para no dejar huella de estos movimientos.
Es importante señalar que los Papeles de Panamá son solo un botón de muestra de uno de los varios despachos dedicados a este tipo de operaciones en el mundo, en un país donde está lejos de ser el único paraíso fiscal del planeta, y donde los nombres de mexicanas y mexicanos señalados en los más de 11 millones de documentos filtrados están lejos de ser los únicos que sacan dinero del país, para ocultarlo y dejar de pagar impuestos. Es decir, los Papeles de Panamá son solo un pelo de ese gato de angora que es la evasión fiscal a escala mundial.
Esta investigación periodística no puede quedar en el simple escándalo mediático. Debe traducirse en una investigación judicial, en una investigación legislativa y, por supuesto, en una operación fiscal multinacional, al amparo de los actuales acuerdos internacionales, para combatir y evitar la evasión fiscal que en muchos países, como Estados Unidos, el delito conlleva penas y castigos similares al lavado de dinero.
El contribuyente mexicano cautivo, con estos Papeles de Panamá recibe un argumento más para estar sobradamente molesto, enojado y enfurecido contra la política fiscal imperante, que persigue y exprime a los contribuyentes cumplidos (pequeñas y medianas empresas, profesionistas independientes, personas físicas con actividad empresarial y empresas que sí invierten en México; es decir, a la clase media mexicana), mientras que deja intocados y protegidos a los grandes evasores fiscales.
La primera respuesta que ha dado el SAT a este escándalo, deja mucho que desear. Primero les recuerda que pueden acogerse a una especie de perdón fiscal, si repatrian esos recursos; luego les dice que lo que hicieron no es un delito, y tiene remedio, si pagan los impuestos evadidos. Pero nada dice del origen lícito o ilícito de esas fortunas. Aquí tiene mucho que decir la unidad de inteligencia financiera de Hacienda.
Los Papeles de Panamá son un gran desafío para el SAT. Se pondrá de manifiesto si su lucha contra la evasión fiscal es seria y en serio, o solo forma parte de un discurso políticamente correcto.
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