El país de pronto se enchapopotó. Es decir, se vio atrapado, anegado y paralizado entre dos eventos que evidencian una vulnerabilidad extrema: el jolgorio por la recaptura de El Chapo y el desplome del chapopote de exportación (22.07 dólares por barril, debajo ya de su costo de producción), aderezado ambos con un dólar de récord histórico, a 18.25 pesos por unidad.
La fiesta por la recaptura de El Chapo no deber ser tal. No se puede festinar la corrupción, el descuido, la indolencia, la ineficiencia y la debilidad estructural del sistema carcelario que hizo posible la fuga del narcotraficante más buscado del mundo.
La eficacia y eficiencia que se mostró para recapturarlo, debió haber sido desplegada antes: para vigilarlo, confinarlo y mantenerlo en prisión. Siempre se aprecia más la capacidad para prevenir errores y fallas, que para corregirlos; sobre todo cuando esas fallas y errores no se deben a factores personales, sino estructurales como la corrupción.
En el mejor de los casos hay un empate a cero. La vergüenza nacional e internacional que provocó la fuga del capo (un menos 10), queda compensada ahora con el ánimo, el aliento y la confianza que despierta su reaprehensión (un más 10). La métrica de estos sentimientos y expresiones encontradas es la siguiente: -10+10=0.
Los cuerpos de seguridad e inteligencia que hicieron posible la reaprehensión no son los verdaderos héroes de este trance. Simplemente hicieron lo que tenían que hacer: trabajar con orden y sin descanso para recuperar la confianza perdida ante una sociedad exhausta y golpeada por los efectos de la corrupción estructural.
Los verdaderos héroes de esta saga son de carne y hueso, y no directivos de alguna institución de seguridad o de justicia. Son el grupo de élite de 15 marinos que ingresó y se enfrentó en la guarida de Los Mochis, los operadores del C4 de esta ciudad que reportaron oportunamente el robo del coche de la fuga y, de manera destacada, los policías federales que detuvieron el vehículo en la carretera y no se amedrentaron ante las amenazas de plomo o plata que que les espetaron los insignes fugados.
Pero, ¿qué tan mal anda el país y qué tan invertidos tiene sus valores, que los verdaderos héroes de la recaptura de El Chapo no pueden ser presentados ni reconocidos en público, por temor a que sean eliminados? Débil hasta la médula está un país cuando sus héroes deben esconderse en el anonimato y sus delincuentes obtienen series televisivas y películas hollywoodenses.
Ver la imagen de El Chapo con una camiseta de trabajador petrolero recién salido de un pozo en el trópico caliente, nos lleva a la segunda enchapopotada del país: la económica. La caída espectacular de El Chapo coincide con la caída histórica del precio del chapopote mexicano de exportación: 22.07 dólares por barril, por debajo de su costo de producción que es de 23 dólares.
Si consideramos que el dólar alcanzó los 18.25 pesos por unidad, un barril de petróleo cuesta en este momento 402.78 pesos. Esto significa que el litro de hidrocarburo de exportación vale 2.52 pesos (un barril=159 litros). ¿Qué puede usted comprar con 2.52 pesos? Ocho chiles serranos o tres tortillas o un tomate o un huevo Bachoco, pero no todo junto.
De esta vulnerabilidad económica extrema no habla nadie. La conciencia nacional está enchapopotada; es decir, embelesada, cautivada y encarcelada con la recaptura de El Chapo. La realidad ya pasará la factura, y pronto.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
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