Política

Crimen y elecciones

El crimen podría votar como nunca antes en las próximas elecciones del 7 de junio y para ello cuenta con un aliado involuntario: los promotores de boicots electorales, cancelación de elecciones, el voto nulo, el voto en blanco y toda la gama de legítimas expresiones de repudio y rechazo a la partidocracia dominante.

La injerencia más visible y burda del crimen organizado en una elección es la imposición o el financiamiento de candidatos a presidentes municipales, gobernadores, legisladores o dirigentes políticos.

Sin embargo, la intromisión más recurrente y efectiva es el clima de miedo, terror e intimidación que se puede inducir durante el proceso electoral. Hoy se sabe que ese fue el trabajo sucio que hizo La Tuta para beneficiar al PRI en Tierra Caliente de Michoacán y ganar la elección de gobernador en 2011. Y “operadores” como La Tuta existen en todas las zonas donde se encuentra el crimen organizado, ostensiblemente en al menos 12 de los 17 estados donde habrá elecciones este año.

En una encuesta reciente, Parametría detectó que 36 por ciento de los ciudadanos considera que la inseguridad “en su colonia” sí representa un problema para ir a votar en las próximas elecciones, mientras que 40% respondió que la inseguridad en su localidad “le quita las ganas de asistir a votar” (Carta Paramétrica, 19 de enero 2015).

Esto significa que podría haber una gran abstención el próximo 7 de junio, lo que convertiría la elección en un duelo de maquinarias partidistas y no en una gesta de movilización ciudadana, terminando por reforzar el statu quo. Y hoy en día, en amplias regiones del país, el crimen es parte de ese statu quo local. Por ello, los llamados a no votar, a boicotear o a cancelar las elecciones terminan legitimando el binomio crimen y política que tanto se quiere combatir.

A escala federal y en la mayoría de los estados, el partido que tiene más implante territorial y una maquinaria de movilización más aceitada y lubricada es el PRI, por eso su principal estrategia durante muchos años ha sido promover el mayor abstencionismo posible y, a la par, fragmentar el voto opositor o voto anti-PRI.

A contrario sensu, una elección con altos índices de participación y un polo opositor cohesionado es la tumba de cualquier partido en el poder que cargue con altos niveles de rechazo ciudadano.

Por ello, si se quiere enfrentar el binomio “crimen y política” y echar de la mesa del juego electoral a los criminales políticos como La Tuta en Michoacán, o a los políticos criminales como los Abarca en Guerrero, lo mejor es activar durante el proceso electoral todos las armas a disposición de la ciudadanía, tales como denunciar a los candidatos con antecedentes penales, castigar en las urnas a los partidos que los apoyen y exigir transparencia y rendición de cuentas a los que ganen.

Todo esto implica necesariamente promover altos índices de participación ciudadana, en lugar de alentar el abstencionismo a través de boicots, cancelación de elecciones o llamados a anular el voto.

En las actuales condiciones, no ir a las urnas o promover el abstencionismo es darle un pase de cortesía a la inseguridad y a la violencia para que sigan dañando al país.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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Ricardo Monreal Ávila
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  • Coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Jucopo / Escribe todos los martes su columna "Antilogía" en Milenio Diario
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