Con la hazaña de Javier Camarena en la Metropolitan Opera House de Nueva York, puedo afirmar que existen Los tres tenores mexicanos.
Tres de talla mundial, en plenitud de facultades y edades similares. Rolando Villazón, Ramón Vargas y Javier Camarena.
No sé si en algún momento hubo otro país que diera tanto talento al mismo tiempo al mundo de la ópera.
Lo cierto es que Villazón, Vargas y Camarena son estrellas fulgurantes en este mundo y unirlos sería muy valioso. Una montaña de dinero le espera a aquel que logre sobrepasar los egos que rodean la ópera y los reúna.
Javier Camarena paró el show en el Met y fue obligado por el público a repetir un aria (“He de encontrarla, lo juro”, de La Cenicienta, de Rossini).
Esto solo lo habían hecho Luciano Pavarotti con “E Lucevan la Stelle”, de Tosca, de Puccini, y el peruano Juan Diego Flórez en dos ocasiones (con “Ah! Amigos míos” de La hija del regimiento, y “Una furtiva lágrima” de El elíxir de amor, ambas de Donizetti), en 2008 y 2012.
La brillante hazaña de Camarena fue reseñada por el New York Times en estas emotivas y fulgurantes palabras: “El público del Met se ha dado cuenta en qué príncipe entre tenores se ha convertido el señor Camarena”.
Príncipe entre tenores; sumado a dos príncipes mexicanos que al día de hoy le dan a nuestro país un lugar preponderante en la ópera.
Buenas noticias: la SEP, el INBA y el Conaculta han publicado su disco Recitales. Sencillamente exquisito.
Ahora solo falta ver si logran hacer equipo. Nos darían muchas más satisfacciones que la selección nacional.
Serpientes
Para Blanca Guerra. No solo logró mantener alejado al público de los Arieles; ahora también ha ahuyentado a la prensa. ¡Felicidades! No creí que esa Academia pudiera llegar más bajo.
Escaleras
Para Arturo Ripstein. Arieles o no, sigue siendo el cineasta más constante, inteligente y sabio que tenemos.