No debe ser un dilema existencial la aplicación o no de las novedades de la Ortografía de la lengua española (2010). Es como si se pusiera a discusión una reforma constitucional, cuando esta ya está vigente. Lo que sí es real es la temporalidad prolongada con la que estas novedades se van adoptando y generalizando.
Aunque desde 1959, la Real Academia Española (RAE) determinó que los monosílabos verbales di, vi, dio, vio, no deberían llevar tilde, hoy por hoy, todavía existen despistados crónicos que los acentúan gráficamente. Peor aun, hay rebeldes que dicen que no van a aceptar nuevas normas y seguirán escribiendo como se han acostumbrado, quizá porque no han buscado el sustento necesario.
Entre esas novedades está la de la supresión de la tilde diacrítica en el adverbio ‘solo’ (cuando significa únicamente) y los pronombres demostrativos, incluso en casos de posible ambigüedad: este, ese, aquel, sus femeninos y plurales.
Aplicar las reformas no debe ser dilema para correctores de estilo de casas editoras, diarios y medios electrónicos, maestros, escritores, publicistas, comunicadores, e hispanohablantes en general.
Si bien, la RAE no realiza difusión intensiva en medios de todo el mundo, sí lo ha hecho por los medios a su alcance, como son las ediciones del Diccionario de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas; por medio de sus 21 academias; incluso lo hace en su portal de Internet www.rae.es y en el portal de la Fundéu BBVA www.fundeu.es/
Con estos medios a nuestro alcance, la aplicación de estas novedades, no debería de tardar décadas, sino unos cuantos años.