Ciencia y Salud

Tergiversar la ciencia

  • La ciencia por gusto
  • Tergiversar la ciencia
  • Martín Bonfil Olivera

El periodismo de ciencia retoma la información científica y genera una versión más atractiva y accesible para públicos amplios. Pero en el proceso pierde inevitablemente exactitud y precisión.

Una de las discusiones más antiguas e interminables en la comunicación pública de la ciencia es el constante reclamo de los especialistas, que denuncian que periodistas y divulgadores “tergiversamos” su ciencia. Los expertos nos exigen una cantidad de detalles que volvería nuestros textos ilegibles para el público.

Los comunicadores, por nuestra parte, nos defendemos poniendo por delante la claridad y argumentando que “no es lo mismo rigor científico que rígor mortis”. Pero hay veces que ocurren errores absurdos que son indefendibles.

Hace unos días un lector me señaló uno: la noticia, que ha circulado ampliamente, de que “la vacuna contra el sarampión puede curar el cáncer”.

Se afirma que un grupo de investigadores de la Clínica Mayo, en Estados Unidos, aplicaron un tratamiento experimental a la paciente Stacy Erholtz, de 49 años, que sufría de leucemia terminal incurable: “Le inyectaron una vacuna contra el sarampión en una dosis lo suficientemente fuerte como para inocular a 10 millones de personas”. El resultado fue que al poco tiempo el cáncer desapareció.

A partir de esto, cundió la idea de que el cáncer es ya curable, y la duda sobre qué tan seguro podrá ser este tratamiento.

Pero se trata solo de un caso extremo de deformación y degradación de la información científica. Se omitieron detalles esenciales que cambian completamente las implicaciones de la noticia.

Primero, el tratamiento consistió en un virus de sarampión modificado genéticamente para atacar únicamente a las células cancerosas. No se usó la vacuna.

Segundo, el experimento se realizó con dos pacientes: la segunda, a diferencia de Erholtz, no solo no mejoró, sino que pareció empeorar (aunque sigue viva).

En resumen, ni cura milagrosa ni éxito rotundo. Es un resultado interesante y estimulante para una terapia prometedora contra ciertos tipos de cáncer, que quizá, con mucha suerte y mucho trabajo, pudiera llegar a tener aplicaciones clínicas.

Comunicar la ciencia requiere rigor y conocimiento. De otro modo, la divulgación científica se puede convertir en una verdadera corrupción de la ciencia que solo desinforma.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

mbonfil@unam.mx

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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