Las redes sociales virtuales son herramientas que nunca habían existido. Apenas estamos descubriendo su verdadero poder.
¿Qué tanto pueden influir en el estado de ánimo de sus usuarios? Quizá recuerde usted estudios que señalan que el uso intenso de Facebook podría tener un efecto depresivo.
En junio pasado, investigadores de la Universidad de Cornell publicaron un estudio realizado en colaboración con Facebook que ha causado gran alboroto.
Para entenderlo, debe usted saber que las publicaciones de sus “amigos” que ve en Facebook no son todo lo que ellos publican: un algoritmo filtra el contenido que se espera resulte “más importante e interesante” para usted.
Para mejorar el algoritmo, los técnicos de Facebook realizan constantemente pruebas. El artículo reporta una de ellas. Consistió en manipular durante una semana (en 2012), mediante un proceso al azar, las publicaciones y comentarios que recibían 689 mil usuarios de la red para hacer que con más frecuencia contuvieran palabras “positivas” o “negativas”. A continuación, se vio si lo que publicaban los propios usuarios tendía a volverse más positivo o negativo.
El resultado fue que en efecto, el tono emocional de lo que uno lee en Facebook influye en el de lo que uno publica, aunque de manera minúscula. Esto comprueba que el fenómeno conocido como “contagio emocional”, bien estudiado en interacciones directas, puede también ocurrir a través del contacto impersonal de las redes sociales. Un hallazgo interesante.
Pero muchos analistas y usuarios se indignaron ante lo que consideraban un uso poco ético. Llegó a haber acusaciones de que el experimento podría haber empeorado el estado de personas deprimidas y quizá haber causado algún suicidio.
En general, el sentimiento es que cualquier manipulación psicológica es inaceptable, y que todo experimento con humanos debe contar con la aprobación explícita de los participantes (como ocurre en la investigación científica en el mundo real).
Confirmo que las redes sociales virtuales son un nuevo mundo, todavía en gran parte desconocido, por el que aún no sabemos movernos. Lo curioso es ver que no solo los usuarios, sino las propias redes se meten en problemas, al tratar de entenderse a sí mismas.
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