Es mañana uno de esos festejos inoportunos y obligados, cuando hay difunto en casa.
Es una fiesta amarga en medio de la crisis más severa que ha vivido el país, pues se festeja la independencia que hoy no existe.
Todos sabemos la gravedad del diagnóstico, pero el enfermo todavía habla y camina; dice que se siente bien, pero agoniza; tiene que salir a gritar al balcón, pero ya no por México, sino por él mismo.
La soledad del presidente Enrique Peña Nieto y su grupo, la ruptura con los suyos y con el país entero, hacen de la ceremonia del grito un gesto dramático por lo que no supo defender en su momento y en su propia casa. La derrota frente al sinvergüenza imperial resuena dramática en este mes de la patria, causando igual dolor que cuando se izó la bandera norteamericana en pleno Zócalo en 1847.
Enrique Peña Nieto solo podrá gritar ¡Viva la Independencia! a la plaza rigurosamente vigilada. Estarán bajo el balcón los mismos que seguían a Santa Anna por las calles y le gritaban "Su Alteza Serenísima" y los mismos que salieron a festejar y vitorear en el Zócalo a Victoriano Huerta luego del golpe traicionero contra Francisco I. Madero.
De momentos tan confusos como los que vivimos se alimentan las tragedias. La ruptura dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto es un hecho y el tiempo cronológico del año 2018 no es un puente, sino un abismo al que ordenan dar un paso adelante. Los ajustes en el gabinete ya no significan recomposición, sino naufragio. Lo único que mantiene a flote al gobierno actual, estando tan debilitado y desprestigiado, es la falta de una alternativa que no solo lo sustituya, sino que lo cambie.
Sus enemigos internos optan por ser invisibles, pues quisieran que cayera, pero sin que se vea la mano que lo empuja. Desde afuera, de la corte de gritos para que renuncie, se apoya la oportunidad para que el PRI se reconstruya usando sus habilidades de aquí al 2018, deslindandose del despeñadero. Es la tragedia de la restauración del viejo régimen ante un país que quiso cambiar y no sabe cómo y hacia dónde.
De acuerdo con el Artículo 84 de la Constitución, por el tiempo de ejercicio del gobierno actual, el Congreso con mayoría simple, nombrarían al sustituto; es decir, el PRI nombraría a su propio sustituido.
Este grito es un punto de inflexión entre la tragedia y el vacio. Podría ser el último de Enrique Peña Nieto como Presidente.
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@MarcoRascon