No siempre los velorios y entierros fueron “exprés” como en el día de hoy.Es por eso interesante saber cuáles eran las costumbres de antaño.
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Debido a que el conocimiento médico se hallaba muy atrasado, ocurría con frecuencia que las personas que se dictaminaban muertas, volvían a la vida horas después. Esto acarreaba temores a la gente de ser enterrada viva, por lo que se estableció una ley que obligaba a que el cadáver fuese velado por 24 horas. De ahí la costumbre de “velar” a los difuntos, ya sea en el cementerio, donde se estableció entonces un pequeño pabellón para dicho acto (en el Municipal de Tampico se puede aún apreciar un velatorio), o en sus domicilios, lo que luego cambió a las agencias funerarias.
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El velorio constituyó una ceremonia muy peculiar: se alimentaba a los visitantes durante todo el día, o cuando menos se les ofrecía café con “piquete” para aguantar la larga jornada. El féretro, guarnecido con un crucifijo y velas en las cuatro esquinas de la caja, se cubría materialmente de flores. Durante ese tiempo las mujeres rezaban rosarios y letanías, y los señores se apartaban en el patio para tomar una copa de aguardiente. En los pueblos pequeños o rancherías se alquilaba a una “plañidera” o rezandera que se sabía y adornaba por su cuenta oraciones para el alma del difunto. En contadas ocasiones se ofrecía una misa “de cuerpo presente”, con el féretro colocado frente al altar.
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Después del entierro seguía el novenario. Se rezaban rosarios durante nueve días en la casa del fallecido, adonde acudían los amigos y allegados. Entonces se repartía también café a los asistentes. En tiempos más recientes el novenario se realizaba en alguna iglesia, respetando esa costumbre; y en las ciudades grandes, el novenario se fue transformando en tres misas por el alma del ausente, y posteriormente, en una sola. Ya no hay procesión a pie al cementerio, y tampoco velación en casa ni en agencia funeraria. El cupo rebasado de los panteones se mudó por la cremación del cuerpo, antes prohibida por la Iglesia; la única misa de hoy es “de cenizas”, donde se da el pésame a los familiares.
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Antiguamente, después del sepelio se iniciaba un periodo de luto, con reglas en extinción, que por falta de espacio no se detalla ahora.
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Existe el proyecto de aplicar un espray “desatomizador” que esfume el cadáver, para que ya no cause molestias a los que aún conservan la existencia. No hay más remedio, hay que estar acorde con los tiempos modernos.