Llama realmente la atención que el PAN no se haya deslindado de una de las administraciones que más han encarnado lo que se supone deberían cambiar. El rechazo de ayer en el Congreso a una petición de crédito por parte de Adrián de la Garza para sacar adelante los compromisos heredados, como aguinaldos, pensiones y sueldos, sólo puede ser leído como un apoyo al estilo Arellanes de hacer política.
Siguen brindando con Margaritas.
Es un enorme problema que el gobernante esté distraído de sus responsabilidades por concentrarse en su futuro político. Nuevo León tiene muchos ejemplos recientes de distracciones de este tipo. Pero en particular hay uno en el que las cosas llegaron muy lejos: precisamente la pasada administración municipal de Monterrey.
Margarita Arellanes y el PAN pensaron desde el primer año en otra cosa diferente a la alcaldía. Pensaron que podían presentar una candidata competitiva, que debían ir por MA›s, que podían recuperar el Gobierno Estatal.
El trabajo del municipio se fue centrando en eso. La elección la veían ganada, lo que había que pelear era la interna. La División del Norte encontró su lugar en la administración municipal y todos los grupos panistas de Nuevo León tenían que hallarlo. Desde ahí conquistarían los organismos partidistas de decisión y luego la candidatura.
Estuvo muy cerca. El cambio repentino de jugada tuvo que recorrer caminos inéditos y llegar a la dirigencia nacional con mensajes inusuales. Y sucedió, pero ya para entonces el gobierno municipal estaba muy lejos de sus responsabilidades.
El desmoronamiento de la candidatura significó el desmoronamiento de la administración y la evidencia que para el municipio ya no había remedio. Cada grupo partidista controlaba su espacio: no volvió a haber el menor acuerdo en bien de la ciudad.
Si los partidos, en particular PRI y PAN, no cambian ante la sacudida independiente y ponen la responsabilidad ante el ciudadano por encima de todo, van a perder una oportunidad de oro para recuperarse. El PAN en particular, si no pone hacia dentro un "nunca más", y acepta la responsabilidad del estado de cosas en Monterrey, perderá también una oportunidad única de cuestionarse a sí mismo y reorientar su incierto futuro.
Y ojalá el gobierno independiente de Nuevo León no piense en chapulinear. No otra vez...
luis.petersen@milenio.com
