El jueves, como seguramente usted ya sabe, The Washington Post dio a conocer la transcripción completa de aquella polémica llamada telefónica entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto, ocurrida el viernes 27 de enero. Por los constantes exabruptos del estadunidense sobre el asunto del muro, un día antes el Presidente mexicano había anunciado la cancelación de un viaje que haría a Estados Unidos —el 31 de enero—, durante el cual se reuniría con el republicano.
Como ya transcurrieron suficientes días desde el jueves pasado y el gobierno mexicano no desmintió la versión exhibida por el Post, la doy por buena y comento un pasaje de la charla (la traducción es mía) que exhibe lo difícil que es y que será tratar con nuestro vecino: en la intimidad de una llamada telefónica (si es que en esta época de Pegasus y demás bichos tal cosa es posible), lejos de los reflectores y las cámaras, Trump es el mismo: un personaje que de un minuto a otro es oscilante en lo verbal, emocionalmente inestable, y claramente adicto al bullying…
Trump: “Y tenemos estos capos de las drogas en México que están dañando de la fregada a nuestro país. Están mandando drogas a Chicago, Los Ángeles y Nueva York. También a New Hampshire —ahí gané porque New Hampshire está infestado de drogas—, drogas que llegan por nuestra frontera sur. Así que tenemos un montón de problemas con México más allá del problema económico (por el TLC). Nos estamos volviendo una nación adicta y la mayoría de las drogas vienen de México, o ciertamente por la frontera sur. Pero voy a decir esto: tú también tienes ese problema (el del consumo de drogas interno y de estupefacientes que vienen del sur). Tú tienes gente muy dura, muy ruda con quien tratar en México, gente con la cual a lo mejor necesitas ayuda. Nosotros estamos deseando muchísimo ayudarte con eso. Ellos tienen que ser derrotados, puestos fuera de combate, y tú no has hecho un buen trabajo haciendo eso, eliminándolos. Tenemos un problema masivo de drogas con niños volviéndose adictos a las drogas, porque esas drogas están siendo vendidas por menos de lo que cuesta un dulce, debido a que la oferta es enorme. Así que tenemos que trabajar juntos y acabar con esto. Yo sé que es un grupo de gente muy dura y tal vez tus militares les tienen miedo, pero nuestros militares no les temen y te ayudaremos con eso cien por ciento, porque está fuera de control, totalmente fuera de control”.
Es impresionante el tipo: seguramente cuando habla así se hace hacia atrás en el respaldo, gira la silla presidencial, voltea a ver a través de las ventanas de la Oficina Oval de la Casa Blanca, y se visualiza a sí mismo con cara de presidente malote de Hollywood, bien peinado y heroico en una película de acción de Arnold Schwarzenegger, o en House of Cards de Netflix, en calidad de un Frank Underwood, pero más perverso. Sin cohibirse un ápice le espetó a Peña Nieto que no combate al narco como debe hacerlo, que lo ha hecho fatal, y peor aún, en su calidad de comandante supremo de las fuerzas armadas, le escupe que nuestros militares “tal vez” le tienen miedo a los capos y sus sicarios, como si no los combatieran frontalmente y cientos de ellos hubieran muerto en esta guerra.
Qué duro tratar con este energúmeno. Y esto apenas empieza…
jpbecerra.acosta@milenio.com
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