Elocuente fue el discurso del candidato del PRI al gobierno del Estado de México, Alfredo del Mazo, pronunciado ayer domingo en la Plaza de los Mártires de Toluca. Elocuentes fraseos:
“De nuestro triunfo depende el futuro del priismo, depende el futuro de este país”.
Si entiendo bien, eso es lo que la gente del PRI percibe que está en juego en las elecciones del próximo domingo: el futuro de su partido. No creo que se vayan a extinguir quienes dan vida al priismo si pierden la elección del Estado de México (ya perdieron dos veces la Presidencia, siguieron vivos, y volvieron a Los Pinos), pero es cierto que si pierden la elección mexiquense, y también caen en Coahuila y Nayarit, como puede ocurrir el 4 de junio, el 2018 no les pintará muy bien, al menos de arranque.
“Todo lo que somos, todo lo que hemos construido durante tantos años (los priistas, si entendí bien) está en juego en esta elección”, dijo Del Mazo.
Esos fraseos ilustran la importancia que tiene para el PRI y el Presidente de la República esa entidad. Está en juego todo, incluso el futuro del país. Es una cruzada. Suenan igual que Andrés Manuel López Obrador: todos con él y Delfina Gómez, o todos son unos traidores. Si revisamos las encuestas, el PRI puede ganar, incluso ampliamente, pero veo muy nerviosos a los priistas, porque en otras mediciones aparecen abajo. Pero volvamos a las frases de Del Mazo:
“Como nunca antes, los priistas mexiquenses estamos a prueba”.
Me preocupa que todos los priistas piensen eso porque entonces, si se sienten tan en riesgo, tan en peligro, podrían hacer cualquier cosa:
“Cuando nos lo proponemos, nada ni nadie puede detenernos. Vamos a demostrar de qué estamos hechos. Vamos a ganar y daremos inicio a una nueva etapa de renovación de la vida del partido. En el Estado de México empieza a escribirse la historia del priismo nacional”, expresó el candidato priista.
Hasta donde sé, Alfredo del Mazo es un tipo pacífico, conservador, pero ahí estaban 13 gobernadores oyendo, muchos alcaldes, miembros del gabinete federal, diputados, senadores, que parecían sentirse en la línea de partida de lo que decía yo líneas arriba, de una cruzada, de una guerra. Qué peligro.
Los extremistas de unos y otros (de los priistas, de los pejistas, de los panistas) podrían provocar un desastre en 2018. Esta campaña ha sido una porqueriza, imagine la que sigue: dinero despilfarrado sin pudor, calumnias sin moderación. Ha habido un nauseabundo desfile de documentos falsos. He visto unas excrecencias humanas que para qué le cuento. Lo único que me quedó claro es que tanto el PRI como el PAN y Morena están dispuestos a cualquier cosa rumbo al 2018. Ojalá y no lo hagan porque este país ya tuvo un 1994 que nos cimbró y nos jodió a todos con un 1995 infernal.
A ver, a ver si se calman, pero la verdad, lo dudo: la codicia por el poder provoca que les valga madres lo que le pase al país, con tal de llegar a la silla, o evitar que otro llegue. Auguro un negro, negrísimo 2018, después del próximo lunes. Ojalá me equivoque…
jpbecerra.acosta@milenio.com
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