Andrés "Manuelovich", sus rusos y su pejestroika…

  • Andrés "Manuelovich", sus rusos y su pejestroika…
  • Editorial Milenio

Empiezo por él: me parece que Andrés Manuel López Obrador es un político conservador. Aunque pretenda hacerse pasar por liberal, no lo es. Hoy no. Tal vez si hubiera nacido en el siglo XIX. Hay cristianos muy liberales (él profesa esa religión), pero él no lo es.

No es un político progresista, menos revolucionario, aunque eso digan quienes ilustran sus filias y fobias. No pretende derrumbar un sistema. Al contrario, quiere conservarlo.

No toma ninguna posición audaz en temas como drogas, aborto, matrimonios igualitarios, eutanasia, transparencia, mujer, pobreza, ninguno asunto que tenga que ver con políticas públicas de izquierda. ¿Por qué? Para no incomodar a nadie, para no ahuyentar a alguien.

Lo suyo es paradójico: busca “el cambio”… para mantener el orden establecido. Dice querer acabar con algo (con la mafia del poder, cualquier cosa que eso signifique 12 años después de que acuñó la frase)… para conservar todo igual. Propone un “cambio verdadero” para ganar la Presidencia, pero… nada más. Él es el cambio. Él lo encarna. El resto es abstracto. No busca una transformación profunda del sistema, aunque lo diga, sino arribar al poder para representar, él mismo, el papel de cambio y transición.

Él es el fin de la corrupción, no el sistema institucional que están tratando de construir los mexicanos que están interesados en la transparencia y la rendición de cuentas.

Él es la paz. ¿No sería él, el jefe del Estado, el que podría amnistiar? No propone transformar policías, sino agruparlas junto a soldados y marinos. O sea, lo mismo de hoy.

Son los detalles los que retratan a un personaje político. Tres viñetas…

—Desde 2006 quería vivir en Palacio Nacional. Carlos Marín (no sé si alguien más) lo convenció de que era un despropósito. Ahora dice que va a rentar una casa cerca de Palacio. Que las casas de Los Pinos, afirma, serán parque, museo, qué sé yo, en caso de que gane. Los estadistas piensan en el futuro, no nada más en sus días. ¿Y sus sucesores? Qué se jodan. ¿Qué renten otra casa cerca del Zócalo a partir de 2024? ¿Qué tiene de malo Los Pinos, donde vivieron Lázaro Cárdenas y su (creo) admirado Manuel Ávila Camacho?

—Unos tipos le ponchan las llantas en una carretera y los justifica: que lo hacen por pobres, porque no tienen opciones, como si todos los pobres tuvieran alma de extorsionadores. ¿Qué se frieguen los demás que por ahí pasan, incluidos los pobres, porque un grupúsculo de huevones tuvo la brillante idea de exigir 50 pesos para dejar pasar cada coche o de otro modo pinchan los neumáticos con una tabla llena de clavos?

—Y lo del nuevo aeropuerto: que se revisen contratos, está bien, por si hay corrupción, pero no que se cancele la obra que genera muchísimos empleos e inversiones. Santa Lucía no sirve para aviación comercial, no tiene capacidad para recibir millones de pasajeros.

Si no cambia, con tal de no inquietar nomenklaturas, son los rusos internos de Andrés Manuelovich (sus conservadurismos e insensateces) los que lo harán perder por tercera ocasión: no será derrotado a causa de una conspiración concebida en Moscú, como alerta Rex Tillerson, o por un complot fraguado en Los Pinos por papá X. González, sino por su limitadísima pejestroika

jpbecerra.acosta@milenio.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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