Es inentendible por qué las autoridades de la Ciudad de México niegan que el crimen organizado opere en sus linderos. Es menos costoso enfrentar el problema que ocultarlo. El jefe de Gobierno y su procurador de Justicia han sostenido el mismo argumento cuando un ilícito relacionado con el tráfico de estupefacientes surge: es un hecho aislado que nada tiene que ver con la delincuencia organizada. La ciudad es segura, según ellos, y es probable que usen el dato, recién publicado por el Inegi, que en el Distrito Federal habitamos los ciudadanos más felices y con mayores niveles de bienestar de todo el país. ¿Cómo estará el resto?
Durante el gobierno de Mancera han ocurrido diversos casos cuya explicación no empata con la delincuencia común: robo de un reloj, un celular, una cartera. Hace dos años fue asesinado, en las afueras de un bar de la Condesa (el Black) un presunto narcomenudista. Se topó con algunos miembros de un grupo rival, oriundos del barrio de Tepito, quienes le dieron muerte. La venganza no se hizo esperar. Poco después, en un bar de la llamada Zona Rosa (El Heaven) fueron secuestrados 13 jóvenes. Estuvieron desaparecidos casi tres meses. En agosto de 2013, sus cuerpos fueron encontrados en una fosa clandestina en el Estado de México. Recientemente fueron condenados tres participantes por el secuestro y asesinato de los 13 tepiteños. Sin embargo, los términos cárteles dedicados al narcotráfico o hampa organizada nunca fueron pronunciados como parte de la explicación de tan funesto suceso. En la terminología de la autoridad de la ciudad se trató de una venganza: un hecho aislado, un pleito entre pandillas.
La cadena de sucesos supuestamente relacionados con el comercio de estupefacientes no se detiene ahí. Hace pocos meses el dueño de otro bar en la colonia Condesa (el Life) fue asesinado al salir de su establecimiento. Lo acompañaba una mujer cuyo paradero hasta ahora se desconoce. Siendo la única testigo del homicidio, es inentendible cómo pudo ser dada de alta de un hospital y después evaporarse. ¿Negligencia o complicidad?
Hace poco también, en un departamento de la colonia Narvarte fueron halladas cinco personas asesinadas. Cámaras de seguridad registraron algunos de los movimientos de los presuntos asesinos. Hasta el momento se ha detenido a tres personas supuestamente relacionadas con el multihomicidio. Uno de ellos es un ex policía y otro, detenido antes, en 2013, por tráfico de drogas. Una de las personas asesinadas era una mujer colombiana que, de acuerdo con lo publicado, tenía en su poder un paquete de cocaína. En este acontecimiento murieron un periodista y una activista social.
El último caso notorio tuvo lugar la semana pasada. Un cuerpo fue hallado colgado de un puente de la delegación Iztapalapa, siguiendo el mejor estilo de la delincuencia organizada; tenía clavados algunos mensajes en tono de advertencia y amenaza de un bando para el otro. En la misma semana hubo otras dos ejecuciones en la misma demarcación. Sin embargo, Mancera no aceptó que este caso fuera obra de un grupo delictivo y el procurador capitalino se refiere a riñas entre reclusos en el Reclusorio Oriente de la capital, desde donde operan los cárteles. Puede concluirse que son varios los casos que permiten suponer que el crimen organizado sí opera en la Ciudad de México. No aceptarlo es costoso para la seguridad de la ciudad. No actuar es todavía más. Habrá que aceptar el problema para poder combatirlo y, en su caso, resolverlo. Nada se gana escondiéndolo.
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