Uno de los problemas más complejos del periodismo radica en la parte ética. Lo que debe o no debe hacer el periodista y el medio es uno de los temas que más genera debate entre quienes practican la profesión y quienes la estudian (algunas de estos últimos sin siquiera haber pisado una redacción o tras haberlo hecho solo unas cuantas semanas).
Lo ocurrido la semana pasada entre el precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, y el reportero mexicano radicado en ese país, Jorge Ramos, abrió una línea de discusión sobre si el periodista actuó correctamente o si rebasó el límite del periodismo alcanzando el punto del activismo.
Las redes sociales se llenaron de indignados periodistas que cuestionaban el trato que Ramos recibió de Trump y de otros no menos indignados periodistas que recriminaban el comportamiento irrespetuoso de Ramos en la conferencia de prensa a la que no había sido convocado.
El punto fue la insistencia de Ramos para cuestionar a Trump sobre cómo piensa llevar a cabo su propuesta de sacar a 11 millones de inmigrantes de Estados Unidos y las repercusiones que esto tendría para la economía norteamericana y la manera en que el político estadounidense intentó evitar responder silenciando al periodista y mandando ala seguridad para sacarlo del lugar.
Minutos después, un hombre del equipo del político confrontó a Ramos diciéndole que se regresara a su país, a lo que el periodista aclaró que él es ciudadano norteamericano y que precisamente eso que estaba pasando es por el bien de Estados Unidos.
Tras esa pequeña confrontación verbal, gente del equipo de Trump alcanzó al periodista, lo devolvió a la conferencia de prensa para que pudiera hacer sus preguntas (mientras, muy seguramente, otros miembros de su equipo ya habrían instruido al político sobre cómo responder) solo que al final estas ya no fueron relevantes pues el episodio ya había sido la nota.
El mismo Jorge Ramos respondió diversas entrevistas en las que las preguntas se centraron en la confrontación y ya no en el contenido de sus preguntas (el modo en que Trump está abordando el tema migratorio), es decir, el tema cambió de un asunto migratorio a una cuestión de trato a periodistas.
Ramos tiene razón cuando dice "como periodistas estamos obligados a tomar partido" y esa obligación también incluye el hacer del conocimiento del público cuál es ese partido para que, con ese filtro, se tomen en cuenta nuestro comentarios.
No es ético usar las credenciales de periodista para hacer activismo pues el objetivo de ambas difiere en su esencia, por eso es que el periodista no debe ser activista y viceversa; cada uno en su ramo tiene metas distintas, tan válidas unas como las otras pero en contextos diferentes.
