Gil puso un kilo y medio de papel impreso sobre el escritorio de finas maderas y empezó a leer las noticias sobre la muerte de Fidel Castro. En un acto no del todo inopinado, Gilga se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: pueden hacerse todos los recuentos biográficos de Fidel Castro que se quieran, pero antes que nada y antes que todo la noticia es la muerte de un anciano dictador, un enemigo de la democracia, un hombre que decidió retener el poder absoluto 47 años y luego, perdido en el laberinto de la senilidad, ceder el absolutismo a su hermano para culminar esa rara monarquía que han llamado socialismo cubano. Lo demás es lo de menos.
Dicho lo cual: ciertamente, un día la Revolución cubana concentró en sus héroes el sueño socialista surgido de la guerrilla que alcanzó el poder en 1959 e inició la transformación política, económica y social de Cuba. Tres años después, en 1962, empezó el bloqueo y Estados Unidos impuso el embargo comercial contra Cuba. Muy pronto el sueño se había quebrado. Los defensores de la dictadura cubana, detenidos en el tiempo, estáticos, ven en el bloqueo la causa principal de la dictadura. Medio siglo en el poder, por el bloqueo; persecución y cárcel a los disidentes, por el bloqueo; prohibición de partidos políticos, por el bloqueo; un país sin elecciones libres y competidas, por el bloqueo; una tragedia humanitaria, por el bloqueo. En fon. ¿Cómo ven a Gil pontificando y dándose incluso el pequeño lujo de la prosa con un toque un tanto cuanto cursi? El sueño roto. Ne memes. Bien, entonces, directo al callejón de los madrazos.
“La Razón”
De entre todas las coberturas periodísticas nacionales, Gil se queda con la que hizo su diario La Razón: “Cuba entra al siglo XXI”. La nota de primera añade: “Murió Fidel Castro, quien implantó en 1959 un régimen totalitario que le sobrevive, estancó al país en la pobreza y provocó una diáspora de casi tres millones de cubanos. Opuesto hasta el último aliento a que el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos propiciara una apertura económica y democrática (…).
En primera plana, un texto de Eliseo Alberto, el gran escritor cubano: “Al calabozo o a la balsa”, un fragmento de Informe contra mí mismo, un breve relato sobrecogedor sobre los Comités de Defensa de la Revolución, esa máquina monstruosa de la delación construida por Fidel para controlar, vigilar y castigar a cualquier vecino. Los engranajes de esa máquina eran hombres y mujeres convertidos en delatores. Unos a otros se vigilaban, se inventaban delitos antirrevolucionarios. La denuncia y la represalia, el pecado y la penitencia, dos pilares de la iglesia comunista.
“La Jornada”
Ah, no seríamos nada sin los extremos, farfulló Gamés. Con ustedes, su periódico La Jornada: “Se fue el último grande del siglo XX”. Pequeño problema, ese grande, se eternizó en el poder y su dictadura aún sin él cumplirá ¡sesenta años! Al parecer hay dictaduras buenas y dictaduras malas: la de Castro no solo fue buena, sino heroica; la del dominicano Leónidas Trujillo es una dictadura de las malas y muy despreciables.
Los editores de su periódico revolucionario La Jornada eligieron esta frase de Raúl Castro para agrupar la información: “Gloria eterna al comandante”. Aigoeei, ¿a qué hora empieza la misa?
En el editorial, es decir la postura del diario completo, “Una vida que articula varias generaciones”, una mano editora escribió esto: “Luego de retirarse del mando supremo del Estado y del Partido Comunista por una larga y penosa enfermedad, en sus últimos años de vida Fidel Castro aportó al mundo sus famosas reflexiones cargadas de experiencia, perspicacia e incluso de un sentido profético excepcional”.
A Gamés la frente le quedó roja de tantos manazos con la palma de la mano. “Reflexiones cargadas de experiencia”, le llaman a las infumables parrafadas que alguien le escribía al viejo Comandante, al costal de mentiras, a la defensa de su dictadura. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: Ay mis hijos, enfermos de ideología. Castro como profeta, Dios de bondad.
Cósmico
Gamés no va a retirarse de esta página del directorio sin reproducir unas líneas de Raúl Villegas, un ser enfebrecido, destacado en El Correo Ilustrado, la sección de cartas de su periódico La Jornada. En sus marcas, listos, fueraaa: “Pero con su desaparición física, el héroe de la Revolución Cubana ha pasado, sin duda, a la vida permanente que recoge, recrea y proyecta la historia en la pantalla cósmica intemporal”. ¡Toiiing! Gil quiere aparecer, así sea un segundo, en ese gran cine que es la pantalla cósmica intemporal. ¿Ya no hay lugar? Helas!
Graham Greene le impuso esta frase a Gil: Intento comprender la verdad, aunque esto comprometa mi ideología.
Gil s’en va
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