1. Hace exactamente un año, en su mensaje dirigido a las mujeres del mundo entero, el actual Papa les dijo: “Un mundo en donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril, porque las mujeres no solo llevan la vida, sino que nos transmiten la capacidad de ver más allá, nos transmiten la capacidad de entender el mundo con ojos distintos, de escuchar las cosas con un corazón más creativo, más paciente, más tierno”. No extrañó el tono ni el contenido, que concordaban con la personalidad y carisma de Francisco.
2. Tampoco me había asombrado el que, desde el 22 de marzo del 2014, el Papa hubiera creado la Comisión Pontificia para el Cuidado de Menores (CPCM), y que hubiera nombrado a la señora Marie Collins, víctima ella misma de abuso por parte de un clérigo cuando tenía apenas 10 años, como integrante de la citada comisión. Tal designación manifestaba dos deseos de Francisco: atender un asunto de máxima gravedad, silenciado durante años por diferentes instancias eclesiásticas, y reconocer la capacidad de las mujeres para trabajar en esas tareas.
3. Por desgracia, y después de tres años cargados de dificultades y obstáculos para cumplir con su encargo, la señora Collins ha renunciado a la CPCM. Argumentó que, aunque el Papa había aprobado todas las recomendaciones hechas por la comisión, se daban retrasos constantes debidos a la resistencia por parte de algunos miembros de la curia vaticana, en especial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Parece increíble que la oficina encargada de velar por el respeto a la dignidad humana sea la que obstaculiza una tarea tan acorde con...
4.…ese propósito. No seamos mal pensados, y descartemos que exista complicidad en algunos miembros del antiguo Santo Oficio, pues sería igualmente grave. Sin embargo, no se precisa ser sospechosista para imaginar otros motivos. De seguro, a los miembros de la también antigua Santa Inquisición no les gusta que alguien de afuera venga a decirles lo que tienen que hacer, acostumbrados a sentirse parte de una de las corporaciones más poderosas de la Iglesia católica.
5. Quizá mantienen el clásico principio: los escándalos al interior de la Iglesia hay que mantenerlos en secreto, para no causarle daños al exterior, en su imagen y fama y, por lo tanto, en su misión evangelizadora. Quizá también, y desde que Francisco asumió la conducción de la barca de San Pedro, habría que colocar este bloqueo como una más de las oposiciones manifestadas en su contra, la mayoría provenientes, precisamente, de esa Congregación. Y no por temas doctrinales, sino por la manera de ser de Bergoglio.
6. ¿Estamos entonces solo ante un nuevo ataque al Papa? No. Es cierto que no se obedece una indicación de la autoridad, lo que habla de un nuevo golpe contra Francisco. Pero detrás de los obstáculos está la defensa a ultranza de un esquema de Iglesia ya superado desde el Concilio Vaticano II, y que busca seguir manteniendo privilegios y poderes que este Papa ha intentado combatir, parece que con poco éxito. Estamos, más bien, ante una Congregación que no lo obedece y a la que le disgusta recibir indicaciones de… una mujer.
7. Cierre ciclónico. Lo mismo me sucedió el 14 de febrero. El pasado miércoles, Día Internacional de la Mujer, felicité a amigas y alumnas por su día. Muchas me agradecieron el gesto, pero otras me respondieron con posters, videos y mensajes en los que se afirmaba –resumo– que en vez de flores, les demos reconocimiento; menos chocolates y más respeto; aceptación de sus capacidades no solo ese día, sino todo el año. De acuerdo. Van para ambos grupos mi cariño, admiración y gratitud, hoy y siempre.
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