Vivo en un país que no puede informar por qué puerta salen los pasajeros internacionales que llegan a la Terminal Uno del aeropuerto de la Ciudad de México.
Desde hace un par de años, en la zona de espera de vuelos internacionales hay un letrero muy bien hecho que dice: Los pasajeros podrán salir indistintamente por E2 o E3. La leyenda también está en inglés. Unos cincuenta metros separan ambas salidas, por lo que es imposible para quienes esperan a alguien estar pendientes de las dos.
No pocas veces me ha tocado ver la angustia de familias para que no se les pierda el pasajero; los choferes de cortesía que llegan a recoger a alguna personalidad o asistentes a congresos viven preguntando a los pasajeros que salen de dónde vienen y en qué vuelo.
¿Cómo es que nuestro principal aeropuerto no ha podido solucionar que todos sepamos por dónde sale quién? O mejor dicho, ¿por qué las soluciones no contemplan al usuario? ¿Cuál es el proceso mental que hace que alguien decida: en lugar de hacer un sistema para saber qué pasajeros salen por dónde, simplemente anunciamos que alguien lo tiene que adivinar.
Abandonado desde hace años, el aeropuerto es botón de muestra de cómo se toman decisiones todos los días en la burocracia.
Ahí están todavía ex empleados de Mexicana en campamento. Sí, en nuestro aeropuerto hay un campamento de trabajadores para los que no se ha encontrado una solución después de la quiebra de la empresa. Mexicana cesó operaciones el 28 de agosto de 2010. ¿Cómo es que en cinco años aún hay trabajadores en campamento en los mostradores de una empresa que no existe? ¿A alguien le preocupa?
Si usted encontró a su pasajero y sorteó a los plantados de Mexicana, encontrará una maravilla de las soluciones a la mexicana. Se sube a su auto en el estacionamiento y se dirige a la salida. Ahí hay dos máquinas: una de cobro automático y otra que abre la pluma. Entre ambas hay un señor que le pide a uno su boletito, lo pone en la máquina de cobro automático, usted y él leen cuánto debe, le da el dinero, él lo pone, sale el boletito que el mismo señor pone en la otra máquina. Así el cobro "automático" en nuestro estacionamiento.
Bienvenidos a México.
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